¿Qué son las tecnopatías? Vigila y no caigas en ellas

Los avances tecnológicos han traído consigo numerosos beneficios y son un ejemplo claro del progreso de la ciencia. Sin embargo, las nuevas tecnologías también han generado nuevos hábitos que desencadenan una serie de patologías.  Se usa el término tecnopatía para designar a un conjunto de patologías físicas y psicológicas que son consecuencia directa o indirecta del uso abusivo o incorrecto de dispositivos tecnológicos, como teléfonos móviles, ordenadores, portátiles, tabletas, videoconsolas, etcétera.

Disponer de información para reconocer si estamos abusando o haciendo un mal uso de la tecnología y concienciar sobre el uso responsable de pantallas y móviles, en especial, entre los niños, adolescentes y jóvenes, como estamos haciendo los farmacéuticos madrileños a través de la campaña de la Unión Interprofesional de la Comunidad de Madrid, es fundamental para beneficiarse de las múltiples ventajas que nos ofrece la tecnología.

En los últimos años, el uso de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) ha crecido exponencialmente, ocupando una parte importante del tiempo de ocio de las personas, sobre todo de los adolescentes, etapa de mayor vulnerabilidad, con un riesgo incrementado de sufrir trastornos psicológicos e incurrir en conductas de riesgo. A pesar de que ellos saben hacer un uso técnicamente correcto, no siempre lo hacen de forma responsable. La necesidad continua de mantenernos conectados los unos a los otros a través de las TIC y las redes sociales pueden llevar en muchas ocasiones al desarrollo de adicciones. España está a la cabeza de la Unión Europea en adicciones y uso abusivo de redes sociales.

Algunas de las tecnopatías psicológicas más comunes son:

• Nomofobia: miedo o la preocupación de una persona por dejarse el móvil en casa cuando salimos.
• Falta de memoria: la facilidad de tener cualquier tipo de información a nuestra disposición rápidamente hace que no tengamos necesidad de recordar o retener información que podemos volver a buscar.
• Cibercondría: preocupación excesiva por nuestro estado de salud y pensar que tenemos enfermedades que realmente no tenemos solo porque buscamos información en internet sobre estas.
• E-ludopatías: ludopatías digitales, juegos que se consumen en móvil, tablet y ordenador.

También puede verse afectada la parte física:

• Ojo seco: sequedad y sensación de arenilla en los ojos.
• Fatiga ocular digital o astenopia: sensación de ojos cansados debido a un esfuerzo excesivo y prolongado.
• Síndrome del túnel carpiano: presión sobre el nervio que va desde el antebrazo hasta la mano provocando entumecimiento, dolor y debilidad.
• Sobrepeso y obesidad: las personas que dedican mucho tiempo al uso de dispositivos tecnológicos tienen mayor tendencia a ser sedentarias y aumentar la prevalencia de sobrepeso.
• Dolor de espalda: cuando estamos usando el móvil o el ordenador es fácil que no adoptemos posturas correctas y lo más habitual es que surjan estos dolores.
• Síndrome del cuello roto: dolor cervical generado por una posición prolongada de la cabeza mirando hacia abajo.
• Dolores de cabeza: la sobreexposición a las pantallas también puede generar dolores de cabeza constantes
• Problemas de audición o “mal de iPod”: debido al abuso y el exceso de volumen al que estamos sometidos al oír música por nuestros auriculares.
• Insomnio tecnológico: la luz azul de las pantallas nos hace estar más despiertos y retrasar nuestra hora de sueño. Pero las tecnologías también nos pueden afectar de forma pasiva, como cuando dejamos la tele encendida.

Además de las enfermedades relacionadas con el uso de los dispositivos electrónicos en sí, también hay otras patologías que se relacionan con las antenas de telefonía móvil, las líneas de alta tensión y los campos wifi. Se engloban dentro del llamado Síndrome de Hipersensibilidad Electromagnética, y entre sus síntomas destacan: migraña, fatiga, insomnio, hormigueo, náuseas o cansancio.

Debemos estar alerta, sobre todo en el caso de niños y adolescentes, para detectar señales de alarma que nos hagan sospechar de esta posible adicción, como puede ser dedicar la mayor parte del tiempo libre a la tecnología, privándose incluso de horas de sueño, descuidar otras actividades importantes como el contacto con la familia y las relaciones sociales, mostrarse irritable, bajar el rendimiento escolar, sentir una euforia y activación anómalas cuando se está delante del ordenador, intentar limitar el tiempo de conexión, pero sin conseguirlo, y perder la noción del tiempo.

Es imprescindible, en primer lugar, ser conscientes de que existe el problema, reducir progresivamente el tiempo de uso, buscar tratamiento para enfermedades asociadas a la adicción como la depresión, recurrir a ayuda psicológica y grupos de autoayuda para entender el problema.

También encontramos apoyo en guías que  tienen por objeto dar soporte a los profesionales de servicios de protección a la infancia en la promoción del uso seguro y responsable de Internet por los menores de edad y guías para educar saludablemente en una sociedad digital (“Las nuevas tecnologías en niños y adolescentes”).

Se deberá llevar a cabo un trabajo conjunto entre las Administraciones educativas y sanitarias y los profesionales de la salud como médicos, farmacéuticos, psicólogos, para fomentar la realización de evaluaciones de impacto de este problema y difundir hábitos saludables.

De momento, disponemos de un anteproyecto de ley de protección de menores en entornos digitales, promovido por diferentes ministerios, donde parece que se establecerá un chequeo digital dentro de la revisión médica para detectar usos problemáticos con internet y tecnología entre los niños y adolescentes. La atención primaria tendrá un papel fundamental en la detección de usos problemáticos de Internet y las redes.

Desde la oficina de farmacia podemos colaborar en dar visibilidad a este problema y dar a conocer el Plan Digital Familiar, donde se asesora a las familias sobre cómo hacer frente a esta nueva situación que se nos presenta con el uso abusivo de las tecnologías, resaltando unas recomendaciones generales para las familias, sobre todo la necesidad de establecer límites de tiempo para el uso de pantallas, conocer y revisar los contenidos antes de que acceda el niño para poder decidir si son adecuados o no y proponer otro tipo de actividades atractivas sin pantallas, que les permita relacionarse tanto con otros niños como con la familia, fomentando así las relaciones sociales.

No todas las familias han recibido información y, por tanto, no son conscientes de los efectos que produce a todos los niveles. Por otra parte, como profesionales sanitarios podremos valorar y asesorar sobre los posibles problemas tanto físicos como psicológicos que desencadenan estas tecnopatías.