Qué información contienen las cajas de medicamentos
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Lo primero que aparece en un envase de un medicamento es el nombre, que puede ser un nombre comercial, en cuyo caso aparece debajo el principio activo que contiene, o el nombre del principio activo seguido de las siglas EFG (especialidad farmacéutica genérica) y los miligramos de medicamento que contiene cada comprimido o cápsula.
A continuación, aparece la vía de administración, el número de unidades que contiene cada envase y la forma farmacéutica en la que se presenta (comprimidos, cápsulas, sobres…).
Esto seguro que ya lo sabíamos. Ahora viene más información que nos va a resultar más curiosa.
En una pestaña del envase o en la parte trasera tiene que aparecer el número de lote y la fecha de caducidad junto a un código QR que identifica exactamente esa caja de medicamentos.
Al dispensar ese envase, la farmacia lee dicho código y deja registrada la información para, en caso de que haya alguna incidencia en ese lote, pueda ponerse en contacto con el paciente para que no lo tome. Además, al hacer este registro, ese medicamento queda desactivado, por lo que no se puede volver a vender.
Esta es una de las causas de que no se puedan devolver los medicamentos a la farmacia, y se garantiza que hasta su dispensación ese medicamento siempre ha estado en las condiciones adecuadas de control y temperatura.
Fijándonos más en la caja, descubriremos unos puntos que sobresalen. Es el nombre del medicamento en código Braille, por seguridad para las personas invidentes.
En la esquina superior derecha de la cara principal de la caja veremos un número, el código nacional, que identifica ese medicamento y un símbolo. Si este símbolo es un círculo (O), significa que el medicamento es exclusivamente dispensable con receta médica. Además, en este caso el medicamento ha de llevar en la caja la leyenda “Medicamento sujeto a prescripción médica”.
Un asterisco en la caja significa que el medicamento debe estar conservado en la nevera entre 2 y 8 grados centígrados.
También encontraremos pictogramas advirtiendo de que el medicamento puede provocar sueño y que no conviene conducir o que es fotosensible y es fácil quemarse al exponerse al sol.
Algunos laboratorios están incluyendo en el exterior del envase un código QR especial que, al leer con el teléfono, nos lleva a un resumen del prospecto (composición, posología, indicaciones, posibles efectos secundarios…).
También es habitual encontrar un pequeño cuadrante para que el farmacéutico escriba la posología (uno por la mañana, uno al mediodía, uno por la noche, por ejemplo).
¿Y cuándo el medicamento se presenta en formato jarabe? En ese caso, la diferencia está en la concentración, pues al lado del principio activo se indican los miligramos de medicamento que hay en cada mililitro de jarabe.
Cómo última curiosidad, el código QR tiene cada vez más posibilidades. En los inhaladores aparece otro código QR distinto que lleva a una explicación de la aplicación correcta de dicho inhalador, a veces, incluso en vídeo.
Para terminar, lo más importante es que hay un profesional experto en el medicamento detrás de cada dispensación. Por ello, el farmacéutico siempre hace una entrega informada del medicamento, y si aún quieres saber más de lo que pone en la caja, consulta a tu farmacéutico.
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