Tratamientos susceptibles de ajustar posología por riesgo de deshidratación
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En los últimos años, debido al cambio climático, se ha observado un incremento de la magnitud, duración e intensidad de las olas de calor, por eso es esencial el consejo desde la oficina de farmacia para reducir el impacto de...
En los últimos años, debido al cambio climático, se ha observado un incremento de la magnitud, duración e intensidad de las olas de calor, por eso es esencial el consejo desde la oficina de farmacia para reducir el impacto de las altas temperaturas sobre la salud.
Las temperaturas elevadas pueden afectar a toda la población, pero existen factores de riesgo que empeoran la adaptación del organismo a ese estrés térmico: la edad (bebés, niños y ancianos), el embarazo, la obesidad, una vivienda mal acondicionada, un status socioeconómico bajo, la polimedicación, las patologías crónicas y los medicamentos a los que van asociadas, problemas de adicción, aislamiento social, la dependencia o invalidez.
La enfermedad relacionada con el calor puede producir inicialmente hipotensión, taquicardia, sudoración profusa, sed intensa y fatiga. Posteriormente, pueden aparecer náuseas, cefalea y temblores y, en la fase final, calambres generalizados, ausencia de sudoración y alteraciones neurológicas (confusión y pérdida de conciencia). Las formas clínicas más graves son:
- Síndrome de agotamiento-deshidratación (temperatura corporal < 40ºC): está causado por la alteración del balance hidroelectrolítico debido a la sudoración excesiva, y se desarrolla en pocos días.
- Golpe de calor (temperatura corporal > 40ºC): se produce por un fracaso agudo de la termorregulación, hay pérdida de conciencia y supone una emergencia médica extrema, porque es de aparición muy rápida (1 a 6 horas) y de evolución fatal (en menos de 24 horas) si no se trata rápidamente. Requiere medidas de enfriamiento rápido, como paños húmedos, baños de agua fría, etc. No está indicado el uso de antipiréticos.
Algunas enfermedades crónicas son, en sí mismas, un factor de riesgo de deshidratación, por lo que es esencial observar, especialmente desde la oficina de farmacia a pacientes con diabetes, insuficiencia cardiaca, insuficiencia respiratoria, párkinson y obesidad.
Es importante revisar los medicamentos de los pacientes y tener en cuenta aquellos que interaccionan con los mecanismos adaptativos del organismo ante una ola de calor, los que empeoran el síndrome agotamiento-deshidratación, aquellos que inducen hipertermia y los que causan un agravamiento indirecto de los efectos del calor.
Según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) hay varios grupos de medicamentos que pueden aumentar el riesgo de sufrir el síndrome de agotamiento-deshidratación y el golpe de calor:
- Diuréticos: especialmente los del asa (furosemidas), pueden causar trastornos de la hidratación y problemas electrolíticos. La administración de diuréticos, especialmente en pacientes de edad avanzada, debe vigilarse para estar al tanto de signos de deshidratación.
- Antiinflamatorios no esteroideos (AINE): tanto los clásicos, como los salicilatos en dosis superiores a 500 mg/día, y los inhibidores selectivos de la COX-2, pueden alterar la función renal. Por tanto, es recomendable evitar su uso, ya que podrían dañar el riñón en caso de deshidratación. Y se debe evitar el uso de paracetamol en caso de fiebre debido a su ineficacia para tratar la insolación.
- Inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (IECA): indicados en hipertensión arterial y en insuficiencia cardiaca sintomática. Pueden provocar también la alteración de la función renal.
- Algunos antibióticos, sobre todo las sulfamidas, podrían generar alteraciones renales.
- Algunos antivirales, especialmente el indinavir, también pueden interferir en la función renal.
- Medicamentos con un perfil cinético (metabolismo, excreción) que pueden resultar afectados por la deshidratación, como los que contienen sales de litio, antiarrítmicos, digoxina, antiepilépticos, algunos antidiabéticos (biguanidas y sulfonamidas/ sulfonilureas) o hipocolesterolemiantes (estatinas y fibratos).
- Fármacos que pueden impedir la pérdida calórica por su acción a diferentes niveles:
- Medicamentos que alteran la termorregulación central, como los neurolépticos y los agonistas serotoninérgicos.
- Medicamentos que alteran la termorregulación periférica como los anticolinérgicos (por la limitación de la sudoración), especialmente: los antidepresivos tricíclicos (amitriptilina), antihistamínicos H1 de primera generación, algunos antiparkinsonianos (trihexifenidilo, biperideno…), varios antiespasmódicos (tiemonio, dihexiverina…), neurolépticos, antiarrítmicos (disopiramida) o antimigrañosos (pizotifeno).
- Medicamentos que pueden aumentar el metabolismo basal, induciendo la producción endógena de calor: Hormonas tiroideas (levotiroxina, liotironina), en particular cuando el tratamiento no está equilibrado.
- Vasoconstrictores periféricos: que limitan la respuesta vasodilatadora que regula la temperatura.
- Los agonistas y aminas simpaticomiméticas utilizadas en:
- El tratamiento de la congestión nasal por vía sistemática (pseudoefredrina, fenilefrina, fenilpropanolamina…).
- El tratamiento de la hipotensión ortostática (etilefrina y heptaminol…).
- Algunos antimigrañosos (derivados del cornezuelo del centeno, triptanes).
- Los medicamentos que alteran el aumento del gasto cardiaco (limitación del aumento del gasto cardiaco reaccional al aumento del flujo sanguíneo cutáneo), especialmente:
- Por depleción: los diuréticos.
- Por depresión del miocardio: los betabloqueantes.
Medicamentos que producen hipertermia
Pueden provocar las siguientes situaciones (que favorecen los desequilibrios térmicos, incluso en condiciones normales de temperatura):
- El síndrome maligno de los neurolépticos: que pueden provocarlo todos los neurolépticos o antipsicóticos o después de una retirada brusca de antiparkinsonianos.
- El síndrome serotoninérgico: provocado por los agonistas serotoninérgicos y similares: los inhibidores de la recaptación de la serotonina (fluoxetina, paroxetina, sertralina), otros antidepresivos (tricíclicos, IMAO,), los triptanes y la buspirona.
Medicamentos que pueden agravar indirectamente los efectos del calor
- Medicamentos que pueden bajar la tensión arterial e inducir también una hipoperfusión de ciertos órganos (SNC), especialmente todos los medicamentos antihipertensivos y los antianginosos.
- Todos los medicamentos que actúan sobre la vigilia (psicótropos) pueden alterar las defensas contra el calor.
- Además, algunas drogas, especialmente las sustancias anfetamínicas y la cocaína, así como el alcoholismo crónico, pueden agravar las consecuencias del calor.
En el contexto de una ola de calor, en general, es conveniente valorar retrasar el inicio del tratamiento con estos fármacos y, en caso de que no sea posible, monitorizar cuidadosamente a los pacientes.
Desde la farmacia se debe informar a los pacientes de estos riesgos para evitar efectos adversos de los medicamentos por el calor y aconsejar la consulta con el médico por si se requiere una adaptación del tratamiento, que siempre debe ser considerada caso por caso, ya que no se puede establecer una norma general. También se debería comprobar si el paciente tiene otros factores de riesgo, revisar la medicación que toma, informar sobre los signos y síntomas de la deshidratación y los golpes de calor, así como ofrecer recomendaciones para evitarlos y medidas higiénico-dietéticas, como fomentar la ingesta adecuada de líquidos y realizar comidas regulares ante el riesgo de deshidratación grave.
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