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Durante los últimos meses son numerosas las noticias que nos llegan sobre la situación tan alarmante que se está produciendo en Estados Unidos por la llamada droga zombi, principal causa de fallecimiento de miles de personas en este país, por...
Durante los últimos meses son numerosas las noticias que nos llegan sobre la situación tan alarmante que se está produciendo en Estados Unidos por la llamada droga zombi, principal causa de fallecimiento de miles de personas en este país, por sobredosis.
Nos referimos al fentanilo, sustancia sintetizada por primera vez en 1959 por Paul Janssen y comercializada a través de su laboratorio, Janssen Pharmaceutica, como un anestésico intravenoso. Es un potente opioide sintético, hasta cincuenta veces más potente que la heroína y cien veces más potente que la morfina. Los «opioides» (también denominados «opiáceos») abarcan tanto sustancias que se extraen de la adormidera (Papaver somniferum) como moléculas sintéticas y semisintéticas con propiedades análogas a aquellas, que pueden interferir con los receptores de opioides.
El fentanilo se une a estos receptores, situados en áreas del cerebro que controlan el dolor y las emociones. Gracias a sus efectos analgésicos y sedantes es muy útil para el tratamiento del dolor, pero tiene como inconvenientes la dependencia y la tolerancia que genera. El uso del fentanilo quedaba relegado a pacientes oncológicos y/o enfermos con postoperatorios quirúrgicos dolorosos. Actualmente se está empleando como analgésico para tratar dolores crónicos y severos, aliviar ciertos dolores intensos que no se reducen con otros analgésicos y bajo estrecha supervisión del especialista.
España es el tercer país del mundo donde más fentanilo se consume con fines médicos. Tenemos disponible el fentanilo en diferentes formas farmacéuticas para administración por distintas vías: inyectable (uso hospitalario), vía bucal (comprimidos, comprimidos para chupar, comprimidos sublinguales, películas bucales…), vía nasal (pulverizaciones nasales), vía transdérmica (parches). Las dosis de fentanilo deben individualizarse en función del estado del paciente, evaluándose periódicamente tras su aplicación, y utilizando siempre la dosis efectiva más baja para llegar a un equilibrio de forma que el paciente pueda mitigar el dolor sin desarrollar dependencia.
En la última década, el consumo del fentanilo se ha incrementado de forma considerable y ya en el año 2018 algunas entidades sanitarias advertían de ello. En febrero de 2018, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) emitió una nota informativa en la que pedía respetar las condiciones de uso autorizadas para el fentanilo de liberación inmediata. En el comunicado advertía de que el consumo de ese producto se había duplicado en 2016 con respecto a 2010, con unos índices superiores a países de nuestro entorno, y llamaba la atención sobre el hecho de que más del 40 % de los pacientes con una primera prescripción en atención primaria padecía un dolor no oncológico; es decir, estaban fuera de la indicación autorizada inicialmente para este analgésico.
Por otra parte, la FDA, en Estados Unidos (Administración de Alimentos y Medicamentos), ese mismo año publica la Hoja de ruta de política estratégica de 2018 de la FDA, que aborda varias facetas de este tema complejo. Una de las principales prioridades de la FDA es avanzar en los esfuerzos para abordar la crisis del uso indebido y abuso de drogas opioides que se están cobrando vidas a un ritmo asombroso.
En Canadá el último informe mundial de 2023 de la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD) también se es consciente de este peligro y señala que “el fentanilo ha alterado drásticamente el mercado de opiáceos con consecuencias catastróficas”.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) ayuda a los países a velar por el uso racional de los opioides y por su disponibilidad óptima para fines terapéuticos, así como a reducir al mínimo su consumo indebido y sin fines terapéuticos. En cumplimiento de la recomendación del Comité de Expertos de la OMS en Farmacodependencia, varios opioides sintéticos, entre ellos análogos del fentanilo, son objeto de fiscalización internacional, lo que conlleva un control riguroso de su disponibilidad. La OMS sigue supervisando varios análogos del fentanilo a través de su sistema de vigilancia de nuevas sustancias psicoactivas y alerta a los países de los peligros que acarrean.
Pese a ser fármacos muy útiles en la medicina, en los últimos años se ha registrado un rápido crecimiento del mercado negro de los opiáceos sintéticos y de su consumo ilícito. Es la nueva moda en el mundo de las sustancias psicoactivas. Muchos traficantes de drogas mezclan el fentanilo, que es más económico, con otras drogas como heroína y cocaína para aumentar sus ganancias, aumentar la adicción, el consumo y, por tanto, el riesgo de sobredosis. El número de casos de sobredosis de opioides se ha incrementado en los últimos años en varios países, entre los que destacan Estados Unidos, Alemania y últimamente están empezando a detectarse casos en España.
A corto plazo los efectos que pueden surgir tras el uso de fentanilo son aletargamiento, pérdida de control del propio cuerpo, abatimiento, sensación de deambular sin rumbo fijo (de aquí su nombre de “droga zombi”), alucinaciones visuales y auditivas, pérdida de la noción de la realidad, convulsiones, vómitos, diarrea, aumento de la presión arterial y alteraciones del sistema nervioso. A largo plazo se puede producir depresión respiratoria, infarto, rotura de fibras musculares, necrosis, úlceras cutáneas, alteraciones mentales permanentes, fallos renales, pérdida de conocimiento, coma e incluso la muerte.
La potente estimulación que induce el fentanilo provoca neuroadaptaciones (cambios cerebrales) y promueve la tolerancia (harán falta cada vez más dosis para alcanzar los efectos deseados), la dependencia, la adicción y el síndrome de abstinencia.
Los síntomas más alarmantes de una posible sobredosis de opioides son las pupilas puntiformes, pérdida de la consciencia y dificultad para respirar. El riesgo de sobredosis aumenta al asociar su ingesta con bebidas alcohólicas u otras sustancias medicamentosas que deprimen la función respiratoria como las benzodiazepinas
La naloxona podría contrarrestar una sobredosis por fentanilo, si se administra inmediatamente. Se une con rapidez a los receptores opioides y bloquea los efectos de estas drogas.
Los opioides son fármacos seguros y eficaces que mejoran la calidad de vida del paciente con dolor, pero su uso eficaz, seguro y responsable requiere, por parte del personal sanitario, un buen conocimiento de ellos, una evaluación constante del paciente y un ajuste cuidadoso de las dosis.
Es necesario seguir desarrollando estrategias de actuación para optimizar la utilización de los medicamentos opioides, sobre todo del fentanilo, e informar sobre los riesgos asociados a su consumo ilícito. La metodología de dispensación controlada y la información continua a la población sobre su uso adecuado, pueden ser clave para detener el abuso de esta droga.
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