Cómo cuidar los pies durante el verano
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Es muy habitual una sequedad excesiva de la piel, los pies se secan y se agrietan, sobre todo en la zona de los talones, también se produce un exceso de sudoración debido al calor
Nuestros pies representan una parte fundamental del cuerpo humano, tienen una estructura resistente y compleja para poder soportar nuestro peso, permitirnos caminar y mantener el equilibrio. Si no los cuidamos, puede repercutir en la aparición de problemas en los tendones, músculos y articulaciones de las piernas e incluso en la espalda.
Problemas más frecuentes de los pies en verano
Con la llegada del verano, los pies dejan de estar ocultos y están más expuestos a las agresiones externas: al aire, al agua, al calor y a calzados de distintas características y diferentes materiales. Es muy habitual una sequedad excesiva de la piel, los pies se secan y se agrietan, sobre todo en la zona de los talones, también se produce un exceso de sudoración debido al calor, dolores en la planta de los pies por suelas muy planas o ausencia de sujeción, rozaduras y ampollas por fricción con el calzado e infecciones de hongos (“pie de atleta”), por contacto de la piel y las uñas en superficies húmedas de zonas públicas.
Recomendaciones del farmacéutico
- Lavar bien los pies con jabón neutro y agua tibia, aunque en verano puede ser más adecuado con agua fría, favoreciendo así la circulación sanguínea y bajando la hinchazón que suele producirse en estas extremidades en verano. Después, secarlos muy bien, especialmente entre los dedos, para evitar la aparición de hongos.
- Masajear e hidratar los pies con una crema hidratante y emoliente para relajarlos y evitar durezas. Se pueden emplear cremas específicas para talones, que consigan eliminar las células muertas, hidratar y suavizar. Pueden contener activos hidratantes como la urea (no concentraciones superiores al 20%), la alantoína, la vitamina B5, ceramidas, etc. Es mejor hidratarnos por la noche que por la mañana porque cuando hidratamos por la noche se absorberá esta crema durante toda la noche, mientras que, si la ponemos por la mañana, se puede retirar parte de ella con nuestro calzado. La falta de hidratación puede provocar picor, enrojecimiento, descamación, rugosidad y, en los casos más extremos, grietas.
- Exfoliar los pies de forma regular (1 vez a la semana) podemos usar formulaciones con ácido salicílico, ácido láctico, alfa hidroxiácidos, etc.
- En verano, no debemos olvidarnos de usar protección solar también en los pies, la protección solar debe aplicarse tanto en la zona del empeine como en la zona plantar, ya que esta se queda expuesta a los rayos solares cuando nos ponemos boca abajo.
- Usar desodorantes: cosméticos que atenúan o enmascaran el olor producido por el sudor en descomposición o antitranspirantes que tienden a disminuir la secreción de sudor, como es el caso de las sales de aluminio. En el caso de que haya una sudoración muy elevada, convendría ir al dermatólogo para valorar algún tipo de tratamiento
- Cortar las uñas tras el lavado de los pies, usar tijeras de punta roma, el corte debe ser horizontal, recto, no cortar demasiado la uña, debe sobresalir por lo menos 1mm del dedo.
- Utilizar con moderación los esmaltes de uñas para permitir que tengan un mínimo de transpiración, el uso prolongado en las uñas o no eliminarlos de una forma correcta, puede provocar un aumento del nivel de humedad, entorno ideal para el desarrollo de hongos. Además, algunos esmaltes de acción prolongada pueden provocar malformaciones en las uñas.
- Usar calzado adecuado y específico para la actividad que se vaya a realizar, de su talla (para evitar roces) y fabricado con material transpirable (la humedad puede reblandecer el tejido, provocando infecciones por hongos), suave, amplio, con buena sujeción al talón, suela amortiguadora y sin exceso de tacón (máximo 3 centímetros), los tacones finos altos perjudican a los pies y su uso frecuente puede ocasionar juanetes y otras deformidades No se deben usar zapatos demasiado apretados, mejor zapato de punta ancha o cuadrada. En verano nos apetece llevar el pie al descubierto para evitar el calor y el exceso de sudoración de los pies, es habitual es uso de sandalias y chancletas, el abuso de este calzado, excesivamente plano, puede provocar fascitis plantar, tendinitis e incluso al no tener sujeción en la parte del del tobillo, puede hacer que en ocasiones se nos pueda ir el pie produciendo algún tipo de esguince o caídas; para ir a la piscina sería muy cómodo utilizar las sandalias porque así nos las quitamos o nos las ponemos muy rápidamente, sin embargo, a diario sería conveniente otro tipo de calzado, sin embargo deberíamos usar siempre chanclas en duchas y piscinas públicas para evitar infecciones como hongos. El uso de manoletinas puede tener el inconveniente que al ser excesivamente planas ocasionen dolor en el arco y en el talón, también es recomendable limitar el uso de deportivas ya que pueden provocar exceso de sudoración y también favorecer la aparición de hongos. En cuanto al calzado de los niños en verano mejor que lleven un calzado abierto para que el pie respire, si se ponen zapato cerrado siempre con calcetines de algodón natural o fibras especiales que transpiren para evitar la acumulación de humedad, sin costuras, con refuerzo en las zonas conflictivas (talón y uñas), los calcetines deben ajustarse bien al pie, no deben apretar ni deben quedar sueltos, estirar bien los calcetines para evitar cualquier arruga que pueda hacer rozadura. También se debe elegir bien el calzado de agua sandalias de neopreno, cangrejeras...
- En caso de pie de atleta es importante cambiar frecuentemente los calcetines o medias (mejor que sean de algodón). Es bueno dejar los pies al aire durante cortos períodos de tiempo, pero de debe evitar caminar con los pies descalzos para no contagiar a otros habitantes de la casa. Lo mejor es utilizar calzado abierto como las sandalias.
- En el caso de pie diabético se aconseja revisar los pies todos los días, para descubrir los problemas temprano y tratarlos de inmediato. El tratamiento temprano reduce inmensamente el riesgo de amputación. Deben tener especial cuidado durante estas fechas y cuidar los pies de manera mucho más intensa que en el resto del año. Conviene levantar los pies cuando se esté sentado y mover los dedos de los pies durante unos minutos varias veces a lo largo del día. Evitar el sedentarismo.
- Curar bien las heridas o ampollas de los pies, es más fácil que salgan si hace calor y si la piel está húmeda. Si tenemos una molestia, un dolor, empezamos a andar de manera incorrecta y al final puede repercutir en dolores de espalda, dolores de cadera y todo por un simple dolor de pies. Suelen curarse por sí solas y no dejar cicatrices, pero conviene lavar cuidadosamente la zona con agua y jabón, se puede aplicar una solución antiséptica para prevenir infecciones y luego cubrirla con una venda adhesiva, una gasa estéril o un apósito para mantener el área limpia y, al mismo tiempo, impedir que continúe el roce que la ha provocado. Normalmente las ampollas se curan por sí solas y no dejan cicatrices, por tanto, si no nos duele demasiado o no es muy grande, es mejor no romperla ni pincharla para extraer el líquido de su interior, ya que esto aumentaría el riesgo de infección.
- Acudir al podólogo de forma regular para mantener nuestros pies lo más saludables posibles durante todo el año, aunque solo los “lucimos” en verano.
Y recuerda que, ante cualquier duda, siempre puedes consultar a tu farmacéutico de confianza.
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