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Recomendaciones desde la farmacia esta primavera

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Recomendaciones desde la farmacia esta primavera

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M.ª Isabel Rodríguez Tejonero

Doctora en Farmacia. Información Técnica del COFM.

En un gran número de personas, durante la primavera, aparecen los síntomas típicos de la llamada «astenia primaveral»: cansancio y somnolencia durante el día, falta de energía, alteraciones del sueño, sobre todo dificultad para conciliarlo, irritabilidad, tristeza, ansiedad, pérdida del apetito, cefaleas, falta de concentración, falta de motivación.

En un gran número de personas, durante la primavera, aparecen los síntomas típicos de la llamada «astenia primaveral»: cansancio y somnolencia durante el día, falta de energía, alteraciones del sueño, sobre todo dificultad para conciliarlo, irritabilidad, tristeza, ansiedad, pérdida del apetito, cefaleas, falta de concentración, falta de motivación. No en todas las personas se dan todos estos síntomas, dependerá de cada individuo, presentándose de forma más habitual en mujeres y en personas entre los 20 y los 50 años. Es un trastorno adaptativo causado por las alteraciones en los ritmos circadianos, las variaciones ambientales y los cambios de hábitos relacionados con el aumento de las horas de luz. A medida que nuestro organismo se adapta a estos cambios, la sintomatología va desapareciendo. Al no ser considerada una enfermedad, no cuenta con un tratamiento específico, pero existen determinadas pautas relacionadas con el estilo de vida que pueden ayudarnos a prevenir o minimizar los síntomas.

El farmacéutico podrá asesorar sobre la mejor manera de contrarrestar estos efectos, aconsejando realizar ejercicio físico moderado que facilitará la liberación del estrés y la conciliación del sueño, dormir lo necesario (es importante descansar para no empeorar ese estado de fatiga propio de la astenia primaveral); mantener una rutina en los horarios para levantarse y acostarse al igual que los horarios de las comidas y aumentar la ingesta de frutas y verduras. También es primordial no excederse en la ingesta de grasas ni de hidratos de carbono refinados y consumir proteínas por lo menos una vez al día. Las cenas deberán ser ligeras para que las digestiones no interfieran en el descanso, nuestro organismo funciona mejor si la alimentación es equilibrada.

Tomar agua es fundamental para mantenernos bien hidratados y que nuestro organismo funcione correctamente, podemos complementarla consumiendo caldos, zumos o infusiones, evitando el consumo de alcohol. Se podrá valorar la necesidad de realizar un aporte extra de vitaminas y minerales aconsejando algún complejo vitamínico, en esta época del año es cuando más se consumen este tipo de productos. La variedad es muy extensa, sería aconsejable suministrar cantidades significativas de hierro junto con una combinación de vitaminas (C, E, B1, B2, B3, B6, B12) y ácido fólico, que son esenciales para recuperar la vitalidad, ya que su ausencia da lugar a debilidad, fatiga e irritabilidad. También se encuentran disponibles en la farmacia una gran variedad de productos con una o más plantas medicinales en su composición (ginseng, eleuterococo, guaraná), asociadas o no con complementos alimenticios como jalea, polen, etc. y, en algunos casos, también combinados con vitaminas y minerales. Entre las plantas medicinales recomendadas cabe destacar el (contiene xantinas como la cafeína. Debemos evitar la automedicación, el farmacéutico, antes de dispensar un producto de este tipo, debe descartar otros posibles problemas de salud de mayor entidad (anemia, descompensaciones en enfermos crónicos, etc.). ­Los síntomas de la astenia suelen durar unas dos o tres semanas, si se alargan más o alguno de ellos es tan intenso que nos impide afrontar el día a día hay que acudir al médico para descartar otras patologías.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la alergia se sitúa como la cuarta enfermedad más relevante en el mundo y sugiere que, el 2050, más de la mitad de la población padecerá alguna, distintos factores de la vida moderna podrían ser la causa, como cambios en la dieta, incidencia de contaminantes, exposición a alergenos, entre otros. La «alergia primaveral» o polinosis está causada por una reacción alérgica frente a los pólenes que, presentes en la atmósfera, penetran en el organismo a través de las mucosas expuestas al aire (ojos, nariz, y boca). El tipo de planta que más alergia al polen causa en España y en Europa es el de las gramíneas. La reacción alérgica al polen puede afectar a diferentes órganos: cuando afecta a la nariz, produce una inflamación, caracterizada por estornudos, picor, congestión, secreción y obstrucción nasal. Es frecuente que se afecten otros tejidos, provocando inflamación en los ojos (conjuntivitis), picor de paladar, de garganta y de oídos. Este conjunto de síntomas también se conoce con el nombre de “fiebre del heno”. Si la inflamación afecta a los pulmones se produce tos, dificultad para respirar, sensación de opresión torácica y pitidos. El clima puede influir en la aparición de los síntomas, a menudo son mínimos en los días de lluvia, así como en días nublados o sin viento, porque el polen no se desplaza en estas condiciones, mientras que si el tiempo cálido, seco y con viento indica mayor distribución del polen y, en consecuencia, de mayores síntomas alérgicos, además se exacerban las enfermedades respiratorias crónica como EPOC o asma. El diagnóstico lo realizará el médico valorando la historia clínica del paciente, realizando un estudio alergológico mediante pruebas cutáneas e incluso pruebas complementarias como determinación en sangre de inmunoglobulinas, en especial IgE específica, etc.

De forma general, el tratamiento de la alergia primaveral va encaminado a disminuir o paliar los síntomas usando algunos fármacos como antihistamínicos, corticoides nasales para la rinitis, inhaladores para el asma. Se podría controlar el origen de la alergia empleando vacunas de la alergia o inmunoterapia. El farmacéutico puede colaborar proponiendo las siguientes recomendaciones:

  • Evitar la exposición al alergeno: es importante que los pacientes se informen sobre el comienzo, duración y finalización de aquellos pólenes a los que tienen alergia. Puedes consultar los niveles de polen en la web polenes.com. En los días de mayor concentración de polen y, sobre todo, durante los días de fuerte viento, permanecer el máximo tiempo posible dentro de casa ayudará a sobrellevar mejor la alergia.
  • Los intervalos entre las 5 y las 10 de la mañana y las 7 y 10 de la noche son los que acumulan una mayor concentración de polen. Por esta razón, se recomienda reducir las actividades al aire libre durante esas horas y mantener las ventanas de casa cerradas, ventilar la vivienda a mediodía y durante un corto periodo de tiempo.
  • Evitar hacer excursiones al campo los días de mayor polinización y las actividades al aire libre, evitar los parques jardines y bosques. Viajar con las ventanillas del coche subidas. No cortar el césped ni podar lo días de alta polinización.
  • Colocar filtros antipolen en los aparatos de aire acondicionado, tanto en casa como en el coche, cambiarlos con frecuencia para que no pierdan eficacia.
  • No colgar sábanas ni ropa a secar al aire libre ya que los ácaros o el polen se pueden acumular en las prendas. Cambiarse de ropa al llegar a casa para evitar el polen.
  • Se recomienda a las personas más propensas utilicen gafas de sol y mascarillas.
  • Ingerir alimentos ricos en vitamina C y flavonoides, ya que tienen un potencial antiinflamatorio.
  • En las oficinas de farmacia podemos encontrar diferentes opciones para contrarrestar los síntomas de la alergia primaveral, como sprays de agua de mar para limpiar, hidratar y descongestionar las fosas nasales y colirios calmantes para aliviar el picor y la rojez de los ojos.
  • Los antihistamínicos son los medicamentos que se emplean de forma más habitual, ya que disminuyen los síntomas de la alergia. El farmacéutico informará al paciente de sus posibles efectos adversos (somnolencia, mareo o visión borrosa) y hay que extremar la precaución ante pacientes diabéticos, con cardiopatías, epilépticos o con glaucoma.
  • No automedicarse, consultar al médico o al farmacéutico ante la aparición de síntomas. Pedir cita con el alergólogo para instaurar un tratamiento integral y seguir un tratamiento farmacológico según las indicaciones del médico y/o farmacéutico, en la dosis y tiempo recomendados.

La primavera también afecta al estado de la piel, que vuelve a estar en contacto con el exterior después de meses tapada, en algunas ocasiones, esto puede repercutir negativamente en ella, sobre todo si la persona sufre de algún tipo de afección cutánea, en esta época del año, aumentan, de forma considerable, los episodios de dermatitis atópica y alergias cutáneas. De la misma forma que el frío afecta las personas con la piel seca, las condiciones primaverales alteran las pieles grasas. Por un lado, el calor favorece la secreción de grasa y dilata los poros y, por el otro, la humedad empeora los efectos del acné y la rosácea. La proliferación de polen y otros alérgenos naturales aumenta la sensibilidad de la piel y, por consecuencia, puede hacer empeorar afecciones como la psoriasis, los eccemas, picazón, sequedad e irritaciones. A estos dos elementos, se le debe añadir el efecto de los rayos solares que representan otro riesgo para las pieles sensibles. La hidratación y la protección solar resultan especialmente importantes en primavera.

Por otra parte, la primavera también es una época propicia para los resfriados (a diferencia del caso de las alergias, los síntomas no suelen durar más de una semana) y otras afecciones que proliferan en esta época son infecciones gastrointestinales de origen bacteriano, diarreas y la salmonelosis, debido al aumento de las temperaturas y la humedad, que contribuyen a la propagación de bacterias en alimentos mal conservados. Debemos fijarnos bien en el estado de los alimentos que se ingieren y lavarnos bien las manos con agua y jabón antes de consumirlos o prepararlos.

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