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Día Europeo de la Depresión

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Día Europeo de la Depresión

I

Isabel Rodríguez Tejonero

Farmacéutica. Servicio Técnico Profesional del COFM

Cada primer jueves de octubre se conmemora el Día Europeo de la Depresión (DED). La depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que...

Cada primer jueves de octubre se conmemora el Día Europeo de la Depresión (DED). La depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo con normalidad las actividades cotidianas.

 

La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores biológicos, psicosociales y de personalidad. Es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres. Entre los factores biológicos que pueden predisponer su aparición están los cambios hormonales, alteraciones en los neurotransmisores cerebrales (serotonina, noradrenalina, dopamina) y componentes genéticos.

También hay enfermedades que pueden repercutir en la aparición de depresión, como el parkinson, la migraña, la diabetes o el hipertiroidismo. Otros factores psicosociales, como sufrir algún problema económico, familiar o de salud, así como presentar un carácter con alguna cualidad extrema (inseguridad, dependencia, hipocondría, perfeccionismo), predisponen a padecer un trastorno depresivo.

Por otra parte, determinados medicamentos, el abuso del alcohol o el consumo de drogas son factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar este trastorno.

Los signos que se manifiestan en los pacientes con depresión pueden ser afectivos (tristeza, ansiedad, preocupación, irritabilidad, sensación de disconfort constante); somáticos (insomnio o exceso de sueño, anorexia o bulimia, adelgazamiento u obesidad, inapetencia sexual, alteraciones menstruales, alteraciones del sueño, gastralgias, astenia, vértigos, estreñimiento, cefaleas, mialgias); cognitivos (pesimismo hacia uno mismo, hacia los demás y hacia el futuro, baja autoestima o dificultades de concentración y para tomar decisiones) y, por último, conductuales (enlentecimiento en los movimientos habituales o agitación psicomotriz, llanto, aislamiento social, dependencia o tentativa de suicidio).

Los tipos de depresión pueden ser:

  • Trastorno depresivo grave o mayor: sentimientos de tristeza, enojo o frustración durante varias semanas o períodos más largos de tiempo. Sus síntomas incapacitan a la persona para realizar actividades básicas. Se necesita tratamiento farmacológico en la fase aguda de la depresión y terapia psicológica, que suele ser prolongada en el tiempo para superarlo.
  • Trastorno depresivo persistente: el estado depresivo dura 2 años o más. Es menos grave que la anterior y aunque no suele incapacitar a la persona para llevar una vida diaria “normal”, sí la incapacita para sentirse bien.
  • Depresión posparto: característico de las mujeres que acaban de dar a luz, se suele diagnosticar en el primer mes tras el parto. Su incidencia oscila entre 10-15 %.
  • Trastorno afectivo estacional: más frecuente en otoño e invierno, probablemente debido a la falta de luz solar, y desaparece durante la primavera y el verano.
  • Trastorno disfórico premenstrual: síntomas depresivos que ocurren una semana antes de la menstruación y desaparecen después de menstruar.
  • Depresión psicótica: sucede cuando una persona padece de depresión con una falta de contacto con la realidad (psicosis).
  • Trastorno bipolar: la depresión se alterna con manía.

Para el diagnóstico, el médico dispone de escalas o cuestionarios. También puede considerar oportuno realizar un examen físico y análisis de sangre para averiguar si existe un problema físico que pueda estar causando la depresión.

El médico deberá valorar el tratamiento con psicoterapia o la necesidad de emplear tratamiento farmacológico (inhibidores de la recaptación de serotonina, antidepresivos tricíclicos…).  

Para evitar su aparición recomendamos:

  • Alimentación sana y equilibrada. Incluir en la dieta alimentos ricos en vitaminas del grupo B, vitamina C, triptófano y productos con omega-3 (pescados azules, espinacas, avellanas, etc.).
  • Realizar deporte o pasear, ayuda a canalizar el estrés y la ansiedad.
  • Incrementar técnicas de relajación o respiración controlada.
  • Evitar el consumo de alcohol, cafeína y drogas.
  • Disfrutar de las aficiones favoritas.

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