“Hay que recuperar valores y colocar al paciente en el centro absoluto de nuestra profesión”
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Valentín de Grado estudió Farmacia para dar el salto a Medicina, pero poco a poco, se fue enamorando de la profesión. Su vocación está tan arraigada en sus valores que se convirtió en el responsable de una ONG (Banco Farmacéutico), donde pone la necesidad de medicamentos del paciente en el centro de su actividad
¿Por qué te hiciste farmacéutico?
Me hice farmacéutico por accidente. Yo quería ser médico, pero no pudo ser. Entonces, elegí Farmacia como una forma de dar el salto a Medicina, y poco a poco, me fui enamorando de la profesión, hasta el punto de que hoy me hace profundamente feliz y en ningún caso pensaría cambiar de profesión, volver a ser médico. Para nada.
Soy una persona feliz y profesionalmente realizada. De hecho, en nuestra familia no hay ningún antecedente farmacéutico. Sin embargo, en nuestra generación, tres primos hermanos somos farmacéuticos. Los tres estamos casados con farmacéuticos y ya hay una nueva generación con otros tres farmacéuticos, ya no ya en camino, ya trabajando profesionalmente, con lo cual estamos iniciando una saga.
¿Qué es lo más importante de la profesión para ti?
Lo más importante es el paciente. Lo coloco en el centro de mi actividad profesional, hasta el punto de que soy responsable de una ONG, donde ponemos la necesidad de medicamentos del paciente en el centro de nuestra actividad.
¿Qué pides al futuro de la profesión?
Creo que el futuro de la profesión vuelve a pasar por colocar al paciente en el centro de nuestra actividad. Invertir en formación. Empatía. Acercarnos a él. Entenderle, poner en un segundo plano las promociones, las tarjetas, la fidelización.
Estamos en una época de cambio y no en un cambio de época. Hay que recuperar valores y colocar al paciente en el centro absoluto de nuestra profesión.
¿Por qué te hiciste delegado de zona?
La anterior delegada me lo propuso. Me dijo que ya quería dimitir y que la sustituyera yo. Me pareció interesante porque es una forma de acercar el Colegio a los compañeros y de acercar a los compañeros al Colegio. Es una forma de crear grupo. A veces nos reunimos, hemos hecho incluso formaciones en algunos ambulatorios invitando a los compañeros para unir a médicos y farmacéuticos y conseguir que el ambiente sea mucho más proactivo que lo que es habitualmente.
¿Alguna anécdota especial que recuerdes de tu trayectoria profesional?
Además de los regalos, las pastas y los bollos, un señor que nos trae en invierno aceitunas y en verano picotas… Tenemos una anécdota un poco un poco especial. Al principio, cuando todavía teníamos dificultades en una señora pidiéndonos una cantidad de dinero para poder que la conocíamos, pero no especialmente para poder pagar la fianza de su hijo y que no fuera a la cárcel.
Mi mujer, que era mi socia en aquel momento, me dijo: “vamos a dárselo”. Y pensábamos que habíamos perdido el dinero. Al cabo de un mes, la señora apareció con lágrimas en los ojos, nos devolvió el dinero y desde entonces no ha dejado de venir nunca por su medicación.
¿Qué aficiones tienes fuera de la farmacia?
Pues tengo dos fundamentales: las motos y el mar. Normalmente vengo a la farmacia en moto y me relaja muchísimo hacer excursiones, hacer curvas. He tenido una moto de alta potencia. También me gusta muchísimo navegar en verano. Los fines de semana aprovecho para escaparme al Mediterráneo. Y trato, siempre que el mar lo permite, de dar una vuelta, ver cómo la luz se refleja en el mar, cómo el sol se sale… porque en el Mediterráneo es difícil ver un ocaso, pero suelo salir muy temprano y ver como el sol va amaneciendo poco a poco.
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