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Con motivo del Día Internacional del Síndrome Prader Willi, vamos a conocer un poco más sobre esta enfermedad genética poco frecuente y congénita. La prevalencia estimada del síndrome al nacimiento, según datos de la Asociación Española Prader Willi es de...
Con motivo del Día Internacional del Síndrome Prader Willi, vamos a conocer un poco más sobre esta enfermedad genética poco frecuente y congénita. La prevalencia estimada del síndrome al nacimiento, según datos de la Asociación Española Prader Willi es de 1/25.000 recién nacidos vivos.
El síndrome de Prader-Willi es una enfermedad genética compleja, generalmente no hereditaria, ocasionada por un defecto en el cromosoma 15 (pérdida o inactivación de genes paternos), lo que da lugar, entre otras, a una disfunción hipotalámica, que explica varios de los síntomas y manifestaciones clínicas característicos de la enfermedad.
Debido a la variabilidad clínica del síndrome, es también conocido como el “Síndrome de los mil síntomas”, que pueden varían en cada paciente y en las diferentes etapas de desarrollo y crecimiento. Además, pueden aparecer complicaciones asociadas a la enfermedad, por eso es muy importante un diagnóstico temprano y un tratamiento multidisciplinar desde el primer momento.
Algunos de los síntomas y manifestaciones clínicas del síndrome de Prader Willi son:
- Succión débil en los bebés, lo que afecta la capacidad de alimentarse.
- Hipotonía muscular (nacimiento y primeros años de vida).
- Niveles bajos de la hormona de crecimiento (GH). Baja talla.
- Hipogonadismo.
- Hipotiroidismo.
- Dificultad para controlar la temperatura corporal.
- Hiperfagia y falta de sensación de saciedad (obesidad junto con otros factores).
- Alteraciones del sueño.
- Problemas respiratorios.
- Retraso psicomotor.
- Dificultades de aprendizaje.
- Problemas de conducta.
En la actualidad no existe cura, pero es posible mejorar la calidad de vida del paciente. El tratamiento farmacológico será específico en función de los diferentes síntomas y complicaciones del paciente, pero uno de los tratamientos farmacológicos principales y fundamentales es la administración de la hormona de crecimiento (GH).
Además, es necesario realizar un estricto control de la dieta, realizar ejercicio físico, fisioterapia, terapia conductual, establecer rutinas y reglas… necesitando la cooperación de varios profesionales de la salud.
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