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Rizartrosis o artrosis del pulgar

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Rizartrosis o artrosis del pulgar

La artrosis es  un enfermedad caracterizada por el desgaste las articulaciones y los huesos a causa de la edad. Cuando afecta a la articulación de la base del pulgar, hablamos de rizartrosis o artrosis del pulgar. La articulación en la...

La artrosis es  un enfermedad caracterizada por el desgaste las articulaciones y los huesos a causa de la edad. Cuando afecta a la articulación de la base del pulgar, hablamos de rizartrosis o artrosis del pulgar.

La articulación en la base del pulgar es la que une el dedo pulgar a la muñeca. Esta articulación permite realizar el movimiento de pinza, un gesto fundamental para llevar a cabo la mayoría de las actividades que realizamos diariamente con las manos: coger un objeto, escribir, abrochar botones, usar el móvil, etc.  El deterioro de esta articulación suele ser causa de incapacidad socio laboral.

La rizartrosis es una artrosis de alta frecuencia y algunos de los factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir esta patología son:

  • Edad: se trata de una dolencia que suele iniciarse a partir de los 40-45 años.
  • Sexo: la prevalencia es mayor en mujeres.
  • Obesidad y vida sedentaria: el sobrepeso aumenta el desgaste articular.
  • Factores hormonales: menopausia precoz, desequilibrios hormonales, etc.
  • Genética: tener ciertas enfermedades hereditarias como malformación de las articulaciones, laxitud de los ligamentos, etc.
  • Factores mecánicos: sufrir lesiones en la articulación del pulgar, desempeño de manera habitual durante años de trabajos relacionados con la carga directa en manos, uso desmedido del pulgar con los teléfonos móviles, etc.

Los síntomas suelen estar asociados a la realización de actividades que implican la participación intensa del dedo pulgar. Los más habituales son:

  • Dolor: es el primer síntoma y el más frecuente. Mejora con el reposo y aumenta con el inicio del movimiento. No suele doler por la noche, salvo que la artrosis sea muy avanzada.
  • Inflamación, rigidez y contractura muscular de la zona.
  • Disminución de la capacidad de extensión del dedo pulgar.
  • Deformidad: aspecto alargado o huesudo de la articulación de la base del pulgar.
  • Pérdida progresiva de fuerza en la función de pinza.

El tratamiento se basa en aliviar el dolor, frenar la evolución de la enfermedad y mejorar la funcionalidad de la mano, con el fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes y retrasar lo máximo la cirugía.

El tratamiento farmacológico incluye:

  • Analgésicos y antiinflamatorios tanto de uso tópico como por vía oral (paracetamol, ibuprofeno, diclofenaco, celecoxib, tramadol, etc.).
  • Infiltraciones en la articulación de principios como el ácido hialurónico, corticoides, etc.
  1. Uso de férulas: consiguen sostener la articulación y limitar los movimientos del pulgar y la muñeca. Además, ayudan a promover el posicionamiento adecuado a la articulación al realizar los movimientos habituales. Facilitan que la articulación “descanse”.
  2. Programas de ejercicios para potenciar la musculatura de la mano.
  3. Tratamiento quirúrgico: cuando el dolor es persistente y progresivo, está afectando al normal funcionamiento de la mano y no responde a los tratamientos anteriores, se indica la cirugía que consiste en una reconstrucción articular.

Consejos para convivir con la rizartrosis 

  1. Evitar del gesto de “pinza” realizado con el índice y el pulgar: sujetar los objetos por debajo, con las palmas de las manos, y no por los lados.
  2. Liberar las manos, no cargar excesivo peso con ellas: redistribuir el peso entre el antebrazo y el hombro.
  3. Intentar no forzar el pulgar.
  4. Cambiar los utensilios manuales por otros eléctricos; exprimidor, batidora, tiradores de cremalleras, giradores de llaves, uso del lavavajillas, secadora, reemplazar los picaportes por palancas, etc.
  5. Disponer de utensilios ligeros, como por ejemplo cubiertos de plástico o aluminio.
  6. Realizar baños de las manos con agua caliente (37 ºC-40 ºC) con el fin de reducir la rigidez.
  7. Incorporar un programa de ejercicios diarios: estiramiento, flexión y extensión para fortalecer la musculatura y mejorar la movilidad.
  8. Consultar al farmacéutico sobre el uso de elementos de ayuda: muñequeras, férulas de reposo nocturno, etc.

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