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Intolerancia o alergia alimentaria: ¿conoces la diferencia?

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Intolerancia o alergia alimentaria: ¿conoces la diferencia?

Á

Álvaro González Castañar

Farmacéutico del Servicio de Información Técnico Profesional del COFM

Las consecuencias para la salud no son las mismas si lo que se padece es una intolerancia o una alergia alimentaria, por ello es clave comprender y remarcar la diferencia.

Cada vez un mayor porcentaje de población experimenta acontecimientos adversos para su salud como resultado del consumo de ciertos alimentos o ingredientes alimentarios. Las cifras indican que cerca de dos millones de españoles son alérgicos a algún alimento o padecen alguna intolerancia alimentaria. Se estima que entre el 1 y el 3% de los adultos se verían afectados por estas dolencias, una cifra que se eleva hasta el 6 u 8% cuando nos referimos a niños menores de tres años.

Pero las consecuencias para la salud no son las mismas si lo que se padece es una intolerancia o una alergia alimentaria, por ello es clave comprender y remarcar la diferencia.

Cuando hablamos de alergia alimentaria, nos referimos a una reacción mediada por el sistema inmune donde algún componente del alimento desencadena en el consumidor una respuesta exagerada, generalmente asociada al consumo del alimento, aunque en algunos casos más sensibles podría desatarse con tan solo tocarlo u olerlo. La reacción alérgica puede aparecer a los pocos minutos o a las horas de haber consumido o haber estado en contacto con el alimento; y sus síntomas y la gravedad de estos puede variar en función de la cantidad consumida y de la sensibilidad de la persona. Pueden darse desde cuadros más leves con síntomas a nivel cutáneo (urticaria, enrojecimiento de la piel, hinchazón de labios y párpados, dermatitis), a nivel respiratorio (rinitis y asma) y a nivel digestivo (vómitos, cólicos, diarrea, picor de boca y garganta) hasta cuadros más graves de reacción anafiláctica, con la afectación de varios órganos y sistemas, llegando incluso al shock anafiláctico que puede resultar mortal.

Los principales alimentos implicados en las alergias alimentarias son: la leche y los productos lácteos, el huevo, el pescado, el marisco, las leguminosas (soja, garbanzos, cacahuete…), los cereales (arroz, trigo...), las frutas frescas (melocotón, manzana, kiwi…), los frutos secos (almendras, avellanas…) y las especias (mostaza, sésamo…).

Por otro lado, en la intolerancia alimentaria el efecto adverso desencadenado en el consumidor se debe a mecanismos no inmunitarios. Generalmente relacionadas con deficiencias enzimáticas que impiden metabolizar correctamente algún componente del alimento. En este caso el efecto depende de la cantidad de alimento consumido, siendo posible incluso consumir pequeñas cantidades del alimento sin desarrollar síntomas. Principalmente se presenta sintomatología típica a nivel digestivo como gases, malestar, náuseas, diarrea y dolor abdominal.

Las dos intolerancias alimentarias más comunes y con más relevancia social son: a la lactosa y al gluten.

Es importante no confundir la alergia a la leche con una intolerancia a la lactosa. La intolerancia a la lactosa se produce por el déficit de la enzima digestiva llamada lactasa. Esta deficiencia dificulta la digestión de los alimentos que contengan lactosa, un hidrato de carbono presente en la leche y otros lácteos, y produce molestias gástricas, gases y diarrea. Pero la leche no sólo contiene lactosa, sino que contiene otros nutrientes, incluidas diversas proteínas séricas (lactoglobulinas, lactoalbúmina y caseína). La alergia a la leche está provocada mayoritariamente por esas proteínas y algunas personas desarrollan una reacción alérgica grave al consumir cantidades muy pequeñas de este alérgeno. Los alimentos sin lactosa o aptos para intolerantes a la lactosa contienen estas proteínas, por lo que no son aptos para alérgicos a la leche.

La única manera de evitar un proceso alérgico o de intolerancias alimenticia en las personas sensibilizadas, es evitando el consumo del alimento causante. Sin embargo, el principal problema con el que se encuentran los afectados es conocer la composición exacta de los alimentos que ingieren. Por este motivo, la legislación establece una lista de alérgenos que siempre que formen parte de un alimento, aunque sea en forma modificada, se deben mencionar obligatoria y expresamente en el etiquetado. La información sobre los alérgenos debe aparecer en la lista de ingredientes, destacada mediante una composición tipográfica que la diferencie claramente del resto de la lista de ingredientes (p. ej., mediante el tipo de letra, estilo o color de fondo, subrayado). En ausencia de una lista de ingredientes debe incluirse la mención “contiene”, seguida del ingrediente alérgeno.

Hay 14 alérgenos que deben declararse de forma obligatoria cuando se utilizan como ingredientes:

  • Cereales que contienen gluten: incluye el trigo (también el trigo espelta y el trigo khorasan), el centeno, la cebada, la avena o sus variedades híbridas y productos derivados.
  • Crustáceos y productos a base de crustáceos.
  • Huevos y productos a base de huevo.
  • Pescado y productos a base de pescado.
  • Cacahuetes y productos a base de cacahuetes.
  • Soja y productos a base de soja.
  • Leche y sus derivados (incluida la lactosa).
  • Frutos de cáscara y productos derivados.
  • Apio y productos derivados.
  • Mostaza y productos derivados.
  • Granos de sésamo y productos a base de grano de sésamo.
  • Dióxido de azufre y sulfito: se pueden utilizar como conservantes en crustáceos, frutas desecadas, productos cárnicos, refrescos, vegetales, zumos, encurtidos, vino, cerveza etc.
  • Altramuces y productos a base de altramuces.
  • Moluscos y productos a base de moluscos.

Aunque con esto parecería suficiente, no lo es y resulta necesario extremar las precauciones y tomar otras medidas de prevención adicional cuando acudimos a un restaurante, dejamos a los niños en el comedor del colegio o preparamos los alimentos en nuestra propia casa:

  • Leer siempre los ingredientes y el etiquetado de los alimentos, así como solicitar la información referente a los alérgenos de los productos que se vayan a consumir o emplear para cocinar, prestando especial atención a alimentos complejos y con muchos ingredientes.
  • Preguntar por menús específicos para alérgicos o intolerantes. Algunos restaurantes tienen menús adaptados a estas necesidades dietéticas.
  • Avisar al camarero sobre el tipo de alergia o intolerancia que se sufre y preguntar siempre sobre los ingredientes del plato completo, ya que, aunque se traten de comidas conocidas los ingredientes o recetas pueden variar.
  • En los restaurantes, evitar las zonas de autoservicio donde es más fácil que los alimentos se contaminen accidentalmente con pequeñas cantidades de otros alimentos próximos.
  • Si tienes alguna duda sobre la seguridad de un plato, es mejor no arriesgarse. no dudes en llevar un snack o una comida propia por si acaso. Estar preparado es clave para no quedarse sin opciones y recuerda que tu salud es lo más importante.
  • Prestar especial atención a la posibilidad de contaminaciones cruzadas, para evitarlo:
  • Almacenar los productos para alérgicos o intolerantes en recipientes cerrados y separados del resto.
  • Identificar con etiquetas aquellos productos que se guardan en tarros, fuera de su embalaje original.
  • Cocinarlos primero y evitar manipularlos con utensilios previamente utilizados.
  • Utilizar aceites nuevos evitando freidoras o sartenes usadas, o cocinar en unas aparte.
  • En el caso de niños que acuden a comedor escolar, aportar el certificado médico con las alergias e intolerancias para evitar confusiones e informarse del menú que van a consumir.
  • Informar a profesores y compañeros de manera que puedan tomar precauciones y actuar en caso de emergencia.
  • Además, se recomienda llevar encina una identificación con los productos a los que se es alérgico.

Sin embargo, aunque tengamos todas estas consideraciones en cuenta, si algún paciente entra en contacto con un alimento que le causa una reacción alérgica, es muy importante tener siempre a mano la medicación necesaria, la cual, dependerá de la gravedad de los episodios, edad del paciente, etc. y se utilizará para disminuir los síntomas (como el empleo de antihistamínicos, corticoides o broncodilatadores) o para atajar los casos de mayor riesgo (como sería el caso de la adrenalina autoinyectable).

Ante una reacción alérgica leve, los antihistamínicos de venta libre o de venta con receta médica pueden ayudar a reducir los síntomas (hinchazón y urticaria). Estos medicamentos pueden administrase después de la exposición al alimento que causa la alergia, aunque no serán suficientes para tratar una reacción alérgica grave, en cuyo caso se necesitará de inmediato una inyección de epinefrina intramuscular y acudir a urgencias. La adrenalina/epinefrina autoinyectable combina una jeringa y una aguja oculta que inyecta una sola dosis del medicamento cuando se presiona contra el muslo. Es importante que todos los pacientes con alergia y sus familiares estén familiarizados en la administración de adrenalina, si tienes dudas, recuerda que tu farmacéutico puede ayudarte.

En determinados casos, se debe valorar la posibilidad de emplear la inmunoterapia alergénica (desensibilización). La inmunoterapia es un proceso que intenta enseñar al sistema inmunitario del paciente a no reaccionar ante ese alérgeno, reduciendo el riesgo de reacciones alérgicas graves. La persona recibe dosis progresivamente mayores del alérgeno. La primera dosis es tan pequeña que incluso una persona alérgica no reaccionará a la misma. Sin embargo, la pequeña dosis comienza a acostumbrar el sistema inmunitario de la persona al alérgeno. Luego se aumenta gradualmente la dosis. Cada aumento es tan pequeño que el sistema inmunitario sigue sin reaccionar. La dosis se aumenta hasta que la persona no reacciona a la misma cantidad de alérgeno que una vez causó los síntomas. El paciente debe continuar tomando el alérgeno diariamente para permanecer insensibles.

Otro medicamento usado en el tratamiento de las alergias alimentarias es el Omalizumab, que es un anticuerpo monoclonar sintetizado para bloquear la actividad de la IgE (que está producida por el sistema inmunitario y causa los síntomas alérgicos). El Omalizumab no se usa para tratar una reacción alérgica aguda, pero se utiliza como una forma de limitar las reacciones alérgicas, especialmente durante los tratamientos de desensibilización.

Y conviene recordar que algunos compuestos causantes de estas alergias e intolerancias alimentarias pueden encontrarse también en los medicamentos, como sería el caso de las presentaciones de isotretinoína en cápsulas blandas, que contienen aceite de soja y, por tanto, no deben utilizarse en los casos de alergia al cacahuete o a la soja. Algunas vacunas, como la de la fiebre amarilla, la triple vírica o las antigripales, también pueden contener trazas de huevos (tales como ovoalbúmina o proteínas de pollo), y hay medicamentos para tratar las deficiencias de hierro contraindicados en alérgicos a proteínas de la leche, ya que contiene caseína. Además, hay multitud de comprimidos que contienen como excipiente mayoritario la lactosa. En estos casos resultará necesario buscar otras marcas o incluso recurrir a la formulación magistral para lograr una alternativa que pueda ser administrada al paciente sin riesgos.

La clave para manejar las alergias e intolerancias es saber adaptarse. Habiendo identificado los alérgenos, es más fácil autoeducarse y educar a toda la familia para poder evitar los alimentos problemáticos. A veces, sobre todo al principio, puede parecer que la vida gira alrededor de la alergia, y en muchas ocasiones te puede hacer sentir como «el aguafiestas» de comidas y ocasiones especiales, pero con el conocimiento y recursos necesarios, además del apoyo de profesionales sanitarios como tu farmacéutico y seres queridos, se puede vivir bien con ellas y seguir disfrutando de tus comidas sin miedo.

 

¿Sabías que...?

  • Cuando se tiene una alergia alimentaria grave, se deben llevar siempre consigo antihistamínicos y una jeringa de epinefrina (adrenalina) autoinyectable para usarla en caso de sufrir una reacción grave o anafilaxia.
  • Las pruebas de punción cutáneas realizadas con extrctos de diversos alimentos se pueden hacer si se sospecha de una alergia alimentaria. Se coloca una gota de cada extracto en la piel y, a continuación, se pincha con una aguja a través de la gota. La reacción cutánea a uno de los alimentos de la prueba no necesariamente significa que haya alergia a ese alimento; en cambio, si no hay reacción cutánea, es muy probable que no exista alergia.
  • Los alergenos son moléculas que el sistema inmunitario puede identificar y que pueden estimular una respuesta inmunitaria. Cuando el sistema inmunitario está expuesto a alérgenos, produce un tipo de anticuerpo llamado inmunoglobulina E (IgE). Los anticuerpos IgE desencadenan la liberación de sustancias como histamina, prostaglandinas y leucotrienos por parte de las células del sistema inmunitario, liberación que causa hinchazón o inflamación en los tejidos circundantes. Estas sustancias inician una cascada de reacciones que termina irritando y dañando los tejidos.

 

Recuerda que…

Vivir con alergias/intolerancias alimentarias no significa renunciar a una dieta equilibrada:

  • Las leches vegetales (como la de almendra, soja o avena) pueden reemplazar la leche de vaca
  • Las semillas como las de chía o lino pueden sustituir a los huevos en ciertas recetas
  • Otros sustitutos del huevo son la aquafaba o la harina del garbanzo
  • En cuanto al trigo, se pueden usar harinas de arroz o maíz
  • La mantequilla se puede sustituir por la margarina sin trazas de leche y la mantequilla de soja
  • El yogur de soja brinda una excelente fuente de proteína y, en general, es el más semejante al yogur tradicional basado en leche de vaca.

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