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Insolación y golpe de calor: prevención y tratamiento

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Insolación y golpe de calor: prevención y tratamiento

I

Isabel López Quiroga

Farmacéutica del Servicio de Información Técnico Profesional del COFM

Hablamos de ola de calor cuando se produce un período prolongado de temperaturas muy altas, que pueden desbordar los mecanismos de regulación de la temperatura corporal y provocar consecuencias graves para la salud de la población. Cada año, entre el...

Hablamos de ola de calor cuando se produce un período prolongado de temperaturas muy altas, que pueden desbordar los mecanismos de regulación de la temperatura corporal y provocar consecuencias graves para la salud de la población. Cada año, entre el 1 de junio y el 15 de septiembre se activa en la Comunidad de Madrid, el Plan de Alerta por Ola de Calor, cuyo objetivo es disminuir la morbilidad y especialmente la mortalidad asociada a incrementos inusuales de temperatura.

La ola de calor se puede pronosticar unos días antes de que se produzca y el nivel de alerta marcará la intensidad de las medidas de prevención necesarias. Podemos obtener esta información consultando el Boletin de Previsión de Temperaturas. Las consecuencias para la salud serán de mayor o menor gravedad, dependiendo del estado general de cada persona, del tipo de alerta y de las medidas preventivas que se tomen.

La insolación y el golpe de calor son situaciones de riesgo, que se dan mayoritariamente en verano debido a las altas temperaturas, pudiendo llegar a ser muy graves, sobre todo en niños y ancianos, como consecuencia de la deshidratación.

Debemos distinguir entre insolación y golpe de calor, ambos se producen por un aumento de la temperatura corporal, que puede alcanzar o superar los 40ºC, tras la exposición a altas temperaturas. En el caso de la insolación aparece por la exposición directa y prolongada a la radiación solar, no siendo el cuerpo capaz de regular su propia temperatura ya que pierde agua y sales minerales (principalmente sodio, potasio). Mientras que el golpe de calor se puede producir en un entorno cerrado mal ventilado o a la sombra por ejemplo haciendo ejercicio intenso, dentro de los coches…

Existen algunos factores de riesgo, además del calor, que aumentan la posibilidad de poder sufrirlo como son el sobrepeso, sedentarismo, hipertensión, diabetes, insuficiencia renal, enfermedad cardiovascular, condición física, la toma de algunos medicamentos, edad avanzada.

Conocer la sintomatología es fundamental para poder reaccionar a tiempo. Los síntomas son muy similares, entre ellos nos encontramos con dolor de cabeza, náuseas, vómitos, diarreas, calambres visión borrosa, sed, fiebre, cansancio, temblores, convulsiones, taquicardia, irritabilidad. En la insolación aparece un exceso de sudoración y la piel enrojecida, mientras que en el golpe de calor la piel está enrojecida, caliente, pero está seca. En los casos más graves hay pérdidas de conciencia, convulsiones, dificultad respiratoria y si la temperatura se eleva de manera incontrolada puede dar lugar a un colapso de los órganos internos, produciendo un fallo multiorgánico que puede desembocar en muerte. Dependiendo de la gravedad, la recuperación variará, en general la persona suele restablecerse en 24- 48h, si no se interviene a tiempo podrían quedar secuelas.

Es fundamental saber tratar a las personas que experimentan la sintomatología anteriormente referida. Lo primero es ponernos en contacto con los servicios de emergencia y mientras ellos se hacen cargo de la situación, podemos poner en práctica los siguientes cuidados:

  • Poner a la persona en un sitio fresco a la sombra.
  • Irle reduciendo la temperatura con compresas de agua fría que se pueden poner en cuello, nuca, frente… quitándole algo de ropa, proporcionarle aire o bien abanicándolo o con ayuda de ventiladores.
  • No suministrar medicamentos para bajar la fiebre.
  • Se le puede dar de beber agua, pero tiene que tomarla en pequeños sorbos para no empeorar su estado, esto le servirá tanto para ayudar a bajar la temperatura corporal como ha rehidratarse. Si la persona estuviera inconsciente, no hay que darle de beber.
  • Si hubiera que tumbar al paciente debe hacerse con las piernas flexionadas.

Cómo prevenir las consecuencias de las altas temperaturas

  • En la medida de lo posible, salir a la calle a primera o a última hora del día. Ir protegidos por gorras, sombreros, protectores solares, gafas… y caminar por la sombra.
  • Limitar la práctica deportiva intensa al aire libre, sobre todo entre las 12-17 horas.
  • Mantener una buena hidratación, hay que beber a menudo, aunque no se tenga sed, al menos 2 litros diarios. Bebidas con alcohol, muy azucaradas, o ricas en cafeína, no están recomendadas ya que nos hacen perder más líquido corporal.
  • No deben de hacerse comidas copiosas, la base debe ser frutas, verduras y hortalizas que nos ayudan a reponer las sales perdidas por el sudor ayudando a rehidratarnos.
  • Se debe mantener la casa fresca, con las persianas y toldos bajados. Ventilar la casa en las horas más frescas del día.
  • Duchas frecuentes u otros métodos para refrescarse
  • Utilizar ropas claras, cómodas, ligeras y de tejidos traspirables.
  • Cuidado con los vehículos parados, no permanecer en ellos sin aire acondicionado. No dejar nunca a personas vulnerables en su interior, ni, aunque sea un momento.
  • Hay que prestar especial atención a las personas mayores, sobre todo si viven solos, a los bebes y niños ya que son más sensibles a las altas temperaturas. Asegurarse que cumplen con las medidas preventivas y detectar posibles síntomas de deshidratación.
  • Consulte con su médico o farmacéutico, si está tomando medicación y presenta una sintomatología que no sea la habitual.

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