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Chequeos rutinarios: qué síntomas debemos vigilar

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Chequeos rutinarios: qué síntomas debemos vigilar

Las farmacias son testigo de numerosas consultas inespecífi­cas que pueden resultar complejas de abordar tras el mostrador: “Es­toy más cansado”, “Duermo peor”, “He perdido el apetito”, “Parece que estoy incubando algo”, “Me siento decaído” y un largo etcétera.

Por ello, el otoño se convierte en un periodo idóneo para impulsar la medicina preventiva y la educación para la salud. Debemos informar a nuestros pacientes sobre los programas de cribados pobla­cionales, recordar la importancia de analíticas anuales en el caso de los polimedicados y recomendar che­queos médicos en ciertos grupos de población (deportistas que inician/ retoman su actividad, adultos sin pa­tologías previas con síntomas de alar­ma o jóvenes activos sexualmente).

¿Qué se puede hacer desde la farmacia comunitaria?

Programas de cribado

Dentro de los programas de cribado, el farmacéutico puede jugar un pa­pel crucial en la detección tempra­na de enfermedades y la promoción de la salud. Su participación abarca desde la información y educación al paciente hasta la dispensación de kits de cribado (siempre y cuando esté implantado con la colaboración de las comunidades autónomas) y la derivación a atención primaria ante la detección de síntomas de alarma.

Actualmente, hay activos tres programas de cribado de cáncer recogidos dentro del Sistema Nacional de Salud:

  • Cáncer de cérvix: dirigido a muje­res de entre 25-65 años.
  • Cáncer de cérvix: dirigido a muje­res de entre 50–69 años.
  • Cáncer colorrectal: dirigido a hombres y mujeres de entre 50–69 años.

Polimedicados: analíticas anuales y revisión de medica­ción

En estos casos, septiembre es un buen momento para recordar la im­portancia de las revisiones periódi­cas y reforzar aspectos clave sobre autocuidado personalizados a las características de cada paciente.

La vuelta a la rutina hace que se re­tomen las visitas mensuales a las far­macias para retirar los tratamientos habituales. Esto supone una oportu­nidad para comprobar la adherencia y técnica de administración de cier­tos fármacos (inhaladores, insulina, parches transdérmicos de opioides) y detectar duplicidades o efectos adversos.

¿Cómo actuar desde el mostrador?

  • Proponer Servicios Profesiona­les Farmacéuticos Asistenciales (SPFA) ante pacientes vulnerables. Con esto, se pretende mejorar la ad­herencia terapéutica, la seguridad del paciente y la eficacia farmaco­terapéutica. La Revisión del Uso del Medicamento (RUM) o el Sis­tema personalizado de Dosificación (SPD) son buenos candidatos en estos casos.
  • Ayudar a entender analíticas re­cientes sin intervenir en el diagnós­tico. Se puede orientar a los pacien­tes sobre dudas que surjan en sus analíticas, abordándolo desde un punto de vista integral. Recordar la importancia de las re­visiones periódicas.
  • El mensaje final es claro: tener las re­visiones médicas al día acompañado de un buen control de medicación y el autocuidado promovido a través de la educación para la salud, puede ayudar a mejorar la calidad de vida del paciente, reducir comorbilidades y ayudar a un mejor control de su enfermedad.

Chequeos en adultos sanos

En adultos sanos, no se deben reco­mendar chequeos porque sí. Desde la farmacia, tras valorar al paciente, se puede derivar al médico para que paute analíticas en ciertas situaciones:

  • Síntomas de alarma que no ceden tras 2–4 semanas (cansancio, mareos recurrentes, digestiones muy altera­das, menstruaciones anómalas…).
  • Cambios llamativos recientes sin causa explicable: pérdida de peso, apetito, alteraciones cutáneas, tole­rancia a las actividades diarias.
  • Factores de riesgo (tabaco, seden­tarismo, sobrepeso, hipertensión, hipercolesterolemia familiar), como parte de prevención. Valorar pará­metros bioquímicos según edad y guías clínicas actualizadas.
  • Revisiones pactadas en su centro de salud.

Chequeo deportivo

La realización de actividad física puede conllevar riesgos. Por ello, el reconocimiento médico-deportivo se recomienda a personas que quieran conocer si están en buenas condi­ciones para realizar deporte, que se interesen por conocer cómo está su salud cardiovascular para que pue­dan practicar cualquier actividad física con seguridad o a deportistas que quieran mejorar su rendimiento trabajando su frecuencia cardíaca.

Por regla general, estos chequeos están compuestos de una consulta previa (donde se valora los antece­dentes personales, historia médica y hábitos higiénico-dietéticos), una prueba de esfuerzo o ergometría (la cual analiza la respuesta del corazón ante un esfuerzo máximo), un elec­trocardiograma, una espirometría y una consulta de evaluación.

Con este acto médico se pretenden varios objetivos:

  • Detección precoz de problemas de salud que puedan suponer un riesgo durante la práctica deportiva.
  • Prevención de lesiones.
  • Evaluar la adaptación al esfuerzo.

Chequeo Infecciones de Trans­misión Sexual (ITS)

Desde la farmacia comunitaria se puede recomendar un chequeo pre­ventivo de ITS en aquellas personas donde existan factores de riesgo como relaciones sexuales sin protec­ción, parejas múltiples, diagnóstico previo de ITS, embarazo o contacto con personas infectadas.

¿Cómo actuar desde el mostrador?

  • Educación para la salud a tra­vés de información sobre las ITS, métodos de prevención y la impor­tancia de hacerse pruebas periódicas.
  • Dispensación de auto test (como el del VIH).
  • Derivación ante síntomas de alar­ma: dolor al orinar, picazón en la zona genital, flujo anormal (color, olor), lesiones sospechosas en la zona genital, sangrados anormales o molestias al eyacular.

Síndrome postvacacional: dife­renciar lo esperable de lo pato­lógico

Con la vuelta a la rutina, muchas de las consultas a las que se enfrentará el farmacéutico comunitario estarán relacionadas con síntomas típicos de síndrome postvacacional.

Este se define como una sensación de malestar transitoria al retomar las actividades cotidianas. Puede ir acompañado de síntomas como apatía, cansancio, ansiedad leve, in­somnio, malestar generalizado, fobia social o cefaleas.

¿Cómo actuar desde el mostrador?

  • Tranquilizar al paciente. Trans­mitir que este síndrome es algo fre­cuente y suele remitir normalmente en un corto período de tiempo. De lo contrario, consultar a un profesional médico.
  • Realizar indicación farmacéutica.
  • Educación sanitaria adaptada a cada paciente, aportando consejos y herramientas para llevar a cabo una buena higiene del sueño y refor­zando la importancia de un estilo de vida saludable (alimentación y acti­vidad física).
  • Revisar tratamientos que puedan estar causando síntomas (si se trata de nuevas prescripciones) descartar posibles efectos secundarios.Res­friados: manejo y señales de alarma

Durante el otoño suele haber repuntes de los virus respira­torios.

  • ¿Cómo actuar desde el mostrador? Indicación farmacéutica ante síntomas menores como tos, con­gestión nasal, fiebre o malestar generalizado.
  • Educación sanitaria a nivel preven­tivo para evitar los contagios (higie­ne de manos, buena ventilación de los hogares, cumplir los calendarios vacunales en grupos de riesgo).
  • Detectar signos de alarma y deri­vación al médico: fiebre alta persis­tente, disnea, empeoramiento tras mejoría inicial, odinofagia, vómitos o cefalea intensa.

Menos es más: evitar pruebas innecesarias

Es importante recalcar que no todas las personas necesitan realizarse una analítica. Hay que explicar a los pa­cientes sanos asintomáticos que las revisiones de “por si acaso” pueden dar lugar a sobrediagnósticos y so­bretratamientos que no mejoran la salud ni disminuyen la mortalidad.

Por ello, dichas pruebas se deben destinar a población diana en el caso de los programas de cribado y a pa­cientes crónicos/polimedicados que requieren controles periódicos.

El otoño abre una oportunidad para reactivar el cuidado de la sa­lud. La farmacia comunitaria, por su accesibilidad y continuidad, puede impulsar la educación sanitaria en todas las edades, realizar medicio­nes básicas de ciertos parámetros bioquímicos (tensión arterial, gluce­mia capilar o perfil lipídico) y detec­tar signos de alarma que requieran derivación médica.

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