Contenido principal
Salir a caminar es una de las prácticas más saludables que podemos incorporar sencillamente a nuestra rutina diaria. Es una actividad fácil, gratis, suave para nuestras articulaciones, que pone en marcha todos los músculos de nuestro cuerpo, activa nuestro cerebro...
Salir a caminar es una de las prácticas más saludables que podemos incorporar sencillamente a nuestra rutina diaria. Es una actividad fácil, gratis, suave para nuestras articulaciones, que pone en marcha todos los músculos de nuestro cuerpo, activa nuestro cerebro, no requiere entrenamiento previo y es accesible para la mayoría de las edades.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) nos indica que para mantenerse en forma lo ideal es caminar un mínimo de 150 minutos a la semana con una intensidad moderada. Si queremos obtener mayores beneficios, habría que duplicar dicho tiempo, es decir, salir a andar en torno a 300 minutos a la semana (50 minutos al día en seis sesiones semanales).
Los beneficios de caminar diariamente son más de los que nos imaginamos:
- Nos ayuda a controlar el peso. En este caso el efecto es proporcional a la velocidad. Se comienzan a quemar grasas tras unos 20-25 minutos de caminata a paso moderado. Una caminata rápida de 30 minutos nos ayuda a quemar alrededor de 200 calorías.
- Tonifica los músculos. A parte de ayudarnos a decir adiós a la grasa, andar nos sirve para tonificar y fortalecer los glúteos, los músculos de la espalda, el abdomen, los brazos y las piernas.
- Fortalece los huesos. Al caminar diariamente estamos estimulando y fortaleciendo nuestros huesos, aumentando su densidad ósea.
- Caminar mejora la circulación. Previene las enfermedades del corazón, aumenta la frecuencia cardiaca, disminuye la presión arterial y fortalece nuestro corazón. Caminar al menos 30 minutos diarios reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiacas y accidentes cerebrovasculares hasta en un 27%. Por otro lado, al caminar, la circulación de la sangre se ve favorecida y así prevenimos la aparición de varices.
- Caminar reduce el riesgo de padecer diabetes y de tener el colesterol alto. Las personas que no realizan ninguna actividad física son más propensas a tener diabetes, ya que no “queman” el azúcar que consumen. Caminar de forma regular hace que nuestro organismo procese este azúcar más rápido y así prevenir la aparición de diabetes. Además, caminar de forma regular puede ayudarnos a reducir los niveles de colesterol LDL, al ayudarnos a bajar de peso y reducir el estrés.
- Mejora el estado de ánimo. Salir a andar nos ayuda a sentirnos mejor, ya que se segregan endorfinas (conocidas como las hormonas de la felicidad) y dopamina. Se reducen los pensamientos negativos, el enojo y el cansancio. Al mismo tiempo, nos relaja, nos ayuda a despejar la mente y reducir el estrés. Cuanto más intenso es el ejercicio, más potente es el efecto.
- Previene la degeneración del hipocampo, que es la zona del cerebro relacionada con la memoria y el aprendizaje. Mejora la concentración, disminuye la perdida de memoria y reduce hasta en un 40% el riesgo de sufrir enfermedades neurológicas.
- Estimula el sistema inmunológico. Hacer ejercicio en otoño e invierno nos protege frente a resfriados y gripes.
- Favorece el sueño. Al tratarse de un ejercicio medianamente intenso, conduce a una relajación general que se traduce en dormir mejor: nos ayuda a conciliar el sueño más rápido, aumentar el tiempo de las fases más profundas del descanso y disminuir el número de despertares durante la noche, sobre todo, si caminas cada día al aire libre a primera hora de la mañana.
- Aumenta los niveles de vitamina D. Caminar durante el día al aire libre (con la protección solar adecuada), incrementa los niveles de vitamina D, nutriente difícil de obtener a partir de la dieta, que se sintetiza a través de la exposición a la luz solar. La vitamina D juega un papel muy importante en la salud de nuestros huesos y de nuestro sistema inmunitario. Además, unos niveles adecuados de vitamina D nos hacen sentirnos despiertos y activos.
Caminar es un ejercicio flexible que puede adaptarse a nuestro estado físico y que podemos realizar en cualquier época del año, pero no debemos hacerlo de cualquier manera, es muy importante usar ropa cómoda y un calzado adecuado:
- Dedos: para evitar ampollas, durezas y deformaciones los dedos precisan por lo menos 5 mm de espacio libre alrededor dentro de la zapatilla. La puntera debe ser espaciosa y redondeada.
- Talón: al ser la zona que recibe más impacto, debemos elegir calzados suaves o usar plantillas con amortiguación en dicha zona.
- Planta: el calzado que usemos debe ser flexible para permitir el movimiento natural del pie y evitar así tensiones y compensaciones dolorosas. Es recomendable que la plantilla pueda sacarse para lavarla o secarla entre caminatas.
- Arco: conviene que en la plantilla de nuestra zapatilla el arco este marcado y sea estable.
- Tendón de Aquiles: puede sufrir si la altura del talón es inferior a 8 mm.
- La zapatilla elegida tiene que tener una buena ventilación y aireación para facilitar la transpiración. El tejido de red permite mejor ventilación y es más liviano.
Como has podido comprobar, los beneficios de caminar son numerosos y seguro que no te faltan motivos para añadir este hábito en tu rutina diaria, así que coge tus zapatillas y a caminar.
Fin del contenido principal