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Las elevadas temperaturas que se dan en verano pueden repercutir negativamente en nuestra salud. Además de los temidos golpes de calor, si tenemos una enfermedad crónica, como es el caso de la diabetes mellitus, conviene tener ciertas precauciones. El calor puede...
Las elevadas temperaturas que se dan en verano pueden repercutir negativamente en nuestra salud. Además de los temidos golpes de calor, si tenemos una enfermedad crónica, como es el caso de la diabetes mellitus, conviene tener ciertas precauciones.
El calor puede alterar los valores de glucosa en sangre (glucemia), además los cambios de hábitos debido al periodo vacacional (viajes, comidas fuera de casa y sin control horario, práctica de ejercicio físico, etc.).
Tanto el calor, que altera los valores de glucosa en sangre (glucemia), como el cambio de hábitos o rutinas debido al periodo vacacional (viajes, comidas fuera de casa y sin control horario, práctica de ejercicio físico, etc.) hacen del verano una época especialmente complicada para controlar de forma adecuada la diabetes.
Hay que tener en cuenta que el tratamiento de la diabetes consta principalmente de dieta, ejercicio y medicamentos. Si los dos primeros parámetros cambian también habrá que adaptar el tratamiento farmacológico.
Cuando sube la temperatura ambiental, aumenta la temperatura corporal y nuestro organismo responde entre otras formas, aumentando la dilatación de los vasos sanguíneos, se produce una vasodilatación que aumenta el flujo de sangre que circula por nuestro cuerpo. En personas diabéticas insulinodependientes esta vasodilatación puede provocar que la insulina administrada se absorba más rápidamente y con ello disminuyan los niveles de glucosa en sangre, si además del calor ambiental, se practica ejercicio, aumenta el riesgo de producirse hipoglucemia. Se considera hipoglucemia cuando los niveles de glucosa en sangre bajan de 70 mg/dL sus primeros síntomas suelen ser palidez, sudor frio, temblor, mareos, entre otros; de no ser tratada rápidamente, puede derivar en pérdida del conocimiento e incluso en coma diabético. Son síntomas similares al golpe de calor, se realizará un control de la glucemia para poder diferenciarlos
Además, con el calor es normal sufrir episodios de deshidratación, cuando el cuerpo está deshidratado la concentración de glucosa en el organismo aumenta debido a una disminución del flujo sanguíneo a través del riñón. Esto hace más difícil la tarea de eliminar la glucosa a través de la orina, lo que provoca que aumentemos la concentración de glucosa en sangre. Ante los primeros signos de deshidratación (sed, piel seca, malestar, etc.) si no se bebe la suficiente cantidad de agua, se elevan los niveles de glucosa en sangre.
Las personas con diabetes son más sensibles a los efectos del calor. Se debe al mayor riesgo que tienen de deshidratarse, ya que para restaurar el desequilibrio glucémico el cuerpo intenta eliminar el exceso de glucosa orinando más, lo que eleva peligrosamente el riesgo de deshidratación). Por otra parte, el daño en los vasos sanguíneos puede afectar a las glándulas sudoríparas, por lo que el cuerpo no puede enfriarse con la misma eficacia, además puede estar dañado el sistema nervioso autónomo, que es el que controla las acciones involuntarias como la transpiración.
En cuanto a la insulina, debemos tener en cuenta que cuando se expone a temperaturas elevadas, no se debería exponer a temperaturas superiores a 30ºC, se puede alterar y perder su actividad, pudiéndose presentar episodios de hiperglucemia en el paciente. Por tanto, es muy importante conservar la insulina en lugar fresco y seco, al igual que las tiras y el glucómetro, no deben estar expuestos a la luz directa del sol ni dejarse en el interior del coche.
Recomendaciones para personas con diabetes en verano
- Mantenernos bien hidratados, para ello es aconsejable beber abundante agua, aunque no se tenga sed y evitar bebidas que pueden potenciar la deshidratación como las bebidas alcohólicas, bebidas con alto contenido de azúcar, bebidas con alto contenido de sodio y bebidas con cafeína como el café que pueden conducir a la pérdida de agua y aumentar los niveles de azúcar en la sangre.
- La exposición a la radiación solar debe realizarse con precaución, evitando las horas centrales del día, entre las 12:00 y las 16:00h. Usar protector solar homologado y de alta protección entre 10 y 30 minutos antes de iniciar la exposición solar y renovarla cada 2 horas, después del baño o en caso de sudoración excesiva. Usar también sombreros y gafas de sol. La piel del diabético es extremadamente sensible, es importante evitar las quemaduras solares.
- Aunque la actividad física es clave para manejar la diabetes, en verano se aconseja limitar esta actividad durante las horas más calurosas del día, mejor por la mañana temprano o al atardecer cuando las temperaturas son más bajas.
- Llevar una dieta lo más equilibrada y saludable posible, intentando controlar la ingesta de hidratos de carbono, si algún día nos sobrepasamos podemos intentar compensarlo con ejercicio físico.
- Si se planean actividades al aire libre, tomar un refrigerio antes de la comida, llevar alimentos fáciles de consumir como frutas, zumos, galletas, azucarillos para hacer frente a las posibles hipoglucemias.
- Utilizar prendas de vestir ligeras, holgadas y de colores claros.
- Evitar caminar descalzo por la playa, el roce continuo con la arena, conchas o piedrecitas puede provocar heridas en los pies que en el caso de pacientes diabéticos se complica su cicatrización. Se deben cuidar los pies durante el verano, sudan más y se encuentran más expuestos a cualquier herida, por eso se aconseja mantenerlos bien secos y revisarlos a diario.
- Es importante reconocer uno mismo como se siente cuando tiene un nivel bajo de azúcar en sangre para poder tratarlo tan pronto como sea posible.
- Realizar de una forma más frecuente la medida de los niveles de glucosa en sangre ya que suelen variar bastante en épocas de calor, para ajustar la dosis de insulina. Las temperaturas altas pueden cambiar la forma en la que el cuerpo usa la insulina.
- Conservar correctamente la insulina, protegiéndola del sol y manteniéndola a la temperatura adecuada. Si vamos a viajar con ella, llevar la insulina en una neverita portátil, evitando ponerla directamente sobre hielo o acumuladores de frío. Antes de su uso, es importante observarla bien por si hubiera sufrido algún cambio.
- Si se va a viajar al extranjero, mejor llevarse todo el material que se necesite desde el lugar de origen.
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