¿Desde cuándo hay medicamentos?
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Desde la antigüedad, el hombre ha utilizado distintos remedios para curar sus males. Ya antes de la existencia de la escritura, analizando restos humanos, hay hallazgos como el hongo polyporal de abedul junto a un hombre momificado. Este hongo provoca episodios cortos de diarrea y pudo usarse como uno de los primeros medicamentos.
Debido a la rápida degradación de la vegetación, no se han encontrado trazas de otras hierbas al lado de esqueletos humanos, pero los arqueólogos han deducido por indicios, ciertos datos curiosos como que los primeros humanoides eran cazadores y nómadas y viajaban en pequeños grupos. Esto hacía que tuvieran acceso a muchas plantas distintas y que su utilización fuera habitual en función de los conocimientos transmitidos de madres a hijas. Porque mientras los hombres cazaban, las mujeres eran las encargadas de recolectar frutos y hierbas, en ocasiones medicinales.
Llegados al periodo Mesozoico, la sociedad se hace más gregaria y empieza la agricultura y, por tanto, el sedentarismo.
Curiosamente, este avance supuso una mayor mortalidad, pues al estar más individuos cerca era más fácil transmitir infecciones. Además, los remedios vegetales utilizados se limitaban a los más próximos, a diferencia de los antiguos pobladores que viajaban continuamente.
La enfermedad más común era la osteoartrosis, por la humedad y la carga de grandes pesos. Si a esto le sumamos la falta de vitamina D, el raquitismo y la osteoporosis también contribuían a la deformidad de los huesos. El hombre del Neolítico hace más de 9.000 años atacaba el dolor con plantas, sangre de animales, así como frío y calor. Además de la brujería y el chamanismo para alejar los malos espíritus.
Avanzando en el tiempo, 3.000 años a. C, llegamos a la cultura Mesopotámica, en la actual Irak, donde se desarrolló una escritura que nos ha transmitido que “Asu” era el “médico” que se encargaba de las oraciones para conseguir el perdón de los dioses, a la vez que empezaban a utilizar hojas de mirto. Hoy en día se tiene conocimiento de sus propiedades analgésicas por contener precursores del ácido acetilsalicílico.
Las civilizaciones del antiguo Egipto (1000-1500 a. C.) comenzaron a usar narcóticos vegetales, como adormidera, mandrágora y el cannabis.
China, Grecia, Roma con Galeno, el médico persa Avicena… participan en la evolución de los medicamentos a base de plantas y animales. En todas estas civilizaciones el médico era el encargado de los remedios.
La farmacia moderna dio sus primeros pasos en el siglo XIII. En este momento se deja de creer en el origen mágico o como castigo divino de la enfermedad, y la brujería y el curanderismo dejan paso a la ciencia.
El método empírico empieza a utilizarse y se da la separación estricta entre la profesión de boticario y la de médico. Es en la Edad Media cuando se observó que las plantas tenían beneficios medicinales demostrados por dicho método empírico. Siglos más tarde, con la creación de las facultades y los colegios profesionales, aparece la farmacia moderna. Además de botánica y plantas medicinales, el farmacéutico estudia química.
Y precisamente en este siglo XIX llega la Revolución Industrial. Grandes fábricas químicas empiezan a fabricar medicamentos para todos, y la esencia del farmacéutico que preparaba os remedios individualizados en gran medida desaparece.
Pero el farmacéutico empieza a trabajar en la industria, y con ello empieza la edad de oro del medicamento, con la síntesis de nuevos fármacos.
El proceso de fabricación de un nuevo fármaco tiene las siguientes fases:
- Primero una selección sobre la diana a actuar (qué enfermedad y en qué punto actuaría) y una búsqueda de la molécula de partida y modificaciones que se realizan sobre ésta.
- En segundo lugar, un estudio preclínico en laboratorio sobre el medicamento que se está desarrollando (cómo se administraría, sería tóxico…) y la posibilidad por coste de fabricarlo a gran escala.
- Tercero: el ensayo clínico sobre pacientes.
- El cuarto paso es la autorización.
- Último punto: la vigilancia tras la comercialización.
La duración de este proceso es larga. Por regla general, nos situamos en 10 años. Además, de todas las moléculas susceptibles de convertirse en medicamentos, sólo una parte muy pequeña acaban saliendo adelante, bien por no conseguir el efecto adecuado, bien porque la relación riesgo beneficio y los efectos secundarios que provoca no aconseja su fabricación. Asimismo, la autorización y la adjudicación de precio son procesos farragosos y que conllevan muchas negociaciones.
¿Y el farmacéutico de oficina de farmacia qué hace ahora? Han surgido nuevas competencias como la atención farmacéutica al paciente o el seguimiento de su tratamiento, y es el garante de la seguridad del medicamento, realizando la vigilancia de la que hablábamos antes. Así, cuando se detecta un efecto secundario en un paciente, se comunica a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios para que se ponga en la ficha técnica del medicamento y se valore el riesgo que supone para la salud frente al beneficio que produce. En definitiva, el medicamento y los remedios para curar la enfermedad caminan de la mano de la propia Historia de la Humanidad.
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