Anticonceptivos para el acné: ¿son eficaces?
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El acné es una de las afecciones dermatológicas más comunes y puede afectar significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen. Aunque su origen es multifactorial, el componente hormonal juega un papel clave, especialmente en mujeres.
Los anticonceptivos orales en dermatología se emplean con dos indicaciones principales. La primera de ellas es para evitar el embarazo cuando se emplean fármacos teratógenos y la segunda es para tratar manifestaciones cutáneas de hiperandrogenismo (hirsutismo, acné y alopecia androgénica). La mayoría de los anticonceptivos orales mejoran tanto el acné como el hirsutismo, sin embargo, los anticonceptivos que contienen progestágenos de primera o segunda generación con actividad androgénica, como el levonorgestrel o el gestodeno, pueden empeorar el acné y no se recomiendan para este fin.
Los anticonceptivos orales combinados (AOC), por tanto, se han posicionado como una opción terapéutica eficaz para tratar el acné. Pero ¿son realmente efectivos? A continuación, detallamos su mecanismo de acción, beneficios y consideraciones que debemos tener en cuenta.
El acné está vinculado a la producción excesiva de sebo por las glándulas sebáceas, un proceso regulado por los andrógenos, hormonas masculinas pero que están presentes en ambos sexos. En mujeres, los AOC que contienen estrógenos y progestágenos, ayudan a reducir el acné de varias maneras:
- Disminución de andrógenos circulantes: Los progestágenos suprimen la secreción de hormona luteinizante, disminuyendo la producción de andrógenos en el ovario. Los estrógenos aumentan la producción hepática de la globulina transportadora de hormonas sexuales. Además, algunos progestágenos disminuyen la conversión de testosterona a dihidrotestosterona por inhibición de la 5 alfa reductasa. Todo esto contribuye a la disminución de los niveles de andrógenos circulantes y, por tanto, la actividad de las glándulas sebáceas.
- Inhibición de la ovulación: Al evitar la liberación de hormonas que pueden estimular la producción de sebo, se controla mejor la actividad sebácea.
- Efecto antiinflamatorio: Algunos progestágenos tienen propiedades antiandrogénicas, como la drospirenona o la ciproterona, que contribuyen a la reducción del acné inflamatorio.
Numerosos estudios han demostrado la eficacia de los anticonceptivos orales en la reducción del acné. Una revisión de Cochrane confirmó que los AOC mejoran el acné inflamatorio y no inflamatorio, con una reducción significativa de lesiones después de 3-6 meses de uso continuo. Sin embargo, la respuesta es variable según el tipo de piel y las características hormonales de cada mujer.
Para el tratamiento del acné con AOC son de elección aquellos con progestágenos de efecto antiandrogénico (acetato de ciproterona, el acetato de clormadinona, la drospirenona, el dienogest y el acetato de nomegestrol), y evitar los anticonceptivos con progestágenos de primera y segunda generación que tienen cierto efecto androgénico.
Si bien los anticonceptivos pueden ser una solución eficaz para el acné, su uso debe ser supervisado por un profesional sanitario debido a sus posibles efectos secundarios:
Riesgo de trombosis venosa, especialmente en mujeres fumadoras o con antecedentes de coagulopatías. Posibles cambios en el estado de ánimo, cefaleas o retención de líquidos.
Hay una serie de circunstancias que contraindican el tratamiento con ACO, relacionadas casi todas con la presencia de antecedentes personales o familiares de factores de riesgo cardiovascular, pero también cualquier condición previa que contraindique la utilización de estrógenos, por ejemplo, tumores estrógeno dependientes.
Por otra parte, los anticonceptivos no son la única solución para el acné. En casos severos, pueden combinarse con otros tratamientos como retinoides tópicos, antibacterianos o isotretinoína, siempre bajo supervisión médica.
Los anticonceptivos orales pueden ser una herramienta eficaz en el tratamiento del acné hormonal, siempre que se elijan de manera adecuada y bajo control médico. Sin embargo, su eficacia no es inmediata y pueden requerir varios meses para mostrar resultados visibles. Su uso debe valorarse en función del perfil de cada paciente, teniendo en cuenta tanto los beneficios como los posibles efectos adversos. Como siempre, el asesoramiento profesional es clave para encontrar el tratamiento más adecuado para cada persona.
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