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Tendinitis y bursitis: parecidas, pero no iguales
La bursitis y la tendinitis son trastornos muy comunes que causan inflamación en el área de las articulaciones. Se presentan con mayor frecuencia en hombros, codos, muñecas, caderas, rodillas o tobillos. Se pueden dar de forma independiente o simultánea, pero la principal diferencia estriba en la parte del conjunto de la articulación que se ve afectada.
Una bursa es un pequeño “saco” lleno de líquido sinovial que impide que el hueso roce los tejidos blandos que rodean la articulación cuando esta se mueve, actúa como almohadilla entre el hueso y otras partes móviles del cuerpo, como los músculos, los tendones o la piel; mientras que el tendón es una banda flexible de tejido fibroso que conecta los músculos a los huesos de la articulación.
La bursitis tiene lugar cuando una bursa se inflama o se hincha. La tendinitis es la inflamación de un tendón.
En lo que se refiere a sus causas, entre una y otra prácticamente no hay diferencias, ya que en ambos casos se pueden producir por causas mecánicas y traumáticas o estar asociadas a patologías concretas como artritis, gota, enfermedades tiroideas, diabetes o infecciones. El uso excesivo de la articulación con movimientos repetitivos, la existencia de una lesión previa y la lesión directa, ya sea por la práctica deportiva o profesional, son las causas más frecuentes en ambas, a lo que se añade las posturas inadecuadas, malos hábitos, el consumo de ciertos antibióticos y el sedentarismo.
Algunas de las lesiones más comunes reciben su nombre del deporte que aumenta su riesgo como el codo de tenista o el codo de golfista, el hombro de nadador y la rodilla de saltador.
Los síntomas de la bursitis y la tendinitis también son similares: inflamación, sensibilidad, dolor y limitación del movimiento. En el caso de la bursitis también aparece una sensación de calor y enrojecimiento de la piel en la zona donde se ubica la bursa afectada.
El tratamiento de ambas lesiones tiene un objetivo común, reducir el dolor y la inflamación. Para ello aconsejaremos al paciente:
- Mantener en reposo la zona afectada.
- Proceder a la inmovilización y compresión con un vendaje apretado.
- En el caso de lesiones recientes: aplicar hielo sobre la articulación afectada durante 15-20 minutos, 3-4 veces al día, durante los primeros días. En el caso de la tendinitis o lesiones crónicas, puede que sea recomendable alternarlo con la aplicación de calor.
- Evitar sobresfuerzos.
Si con estas medidas no mejoran los síntomas podemos recurrir a:
- Tratamiento farmacológico con antiinflamatorios y, en caso necesario, infiltraciones con corticosteroides.
- Fisioterapia o realización de movimientos leves de estiramiento y fortalecimiento para evitar atrofia muscular y mantener la movilidad de la zona.
- Como último recurso, la cirugía: en la bursitis para la extracción del exceso de líquido contenido en la bursa y en la tendinitis para reparar el tejido dañado.
También hay que tener en cuenta varias medidas para prevenir o reducir el número de episodios de estas patologías:
- Realizar un calentamiento o estiramiento antes de iniciar el ejercicio.
- Comenzar poco a poco las actividades o ejercicios nuevos.
- Fortalecer los músculos que rodean la articulación.
- Hacer pausas frecuentes al realizar tareas repetitivas.
- Mantener una buena postura al andar o cuando estamos en reposo.
- Posicionar el cuerpo adecuadamente al hacer las tareas cotidianas.
- Evitar permanecer sentado durante periodos prolongados.
- Proteger la articulación afectada con rodilleras, coderas, etc.
13 de noviembre de 2017
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