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Paliar la soledad con la lectura es salud. Y la farmacia abre sus puertas para dispensar esa “receta” contra una enfermedad del siglo XXI, que muchas veces trae consigo otras patologías (ansiedad y depresión, deterioro cognitivo, dificultades en la vida cotidiana, adicciones…).

Así lo explica María Luisa Forniés, presidenta de Acervo Intergeneracional, ONG que acerca a personas mediante el voluntariado y la lectura, e impulsora de esta singular iniciativa en algunas farmacias del municipio madrileño de Galapagar: “¿Por qué estamos en la farmacia? Porque, de alguna forma, paliamos la soledad con libros y esto es salud para las personas. Las farmacias nos ayudan con su clientela, como se decía antiguamente, con su parroquia. Conocen muy bien a la gente que acude y hacen de mediadores para las personas que se pueden beneficiar de esta iniciativa”.

Luz Mª es un claro ejemplo del éxito de este proyecto: “Estuve en una cama con depresión mucho tiempo y leer con gente me ayudó mucho a sentirme mejor, a sentirme útil al poder ayudar a otras personas a leer, y a leer yo misma, porque hacía mucho tiempo que no leía”.

En la farmacia Amparo Sánchez y María Saiz tenían claro que querían ser partícipes del proyecto. “La farmacia no es solo un centro de dispensación de salud y de medicamentos, sino que es un centro en el que puedes reunir diferentes generaciones e iniciativas. Nos gusta la interacción con las personas, conocer sus historias, y por eso hemos decidido apoyar a la Fundación Acervo”, dice Brily delante del mostrador de la farmacia. A su lado, Patricia, que añade que “así ayudamos a la gente, sobre todo a la gente mayor que está sola, porque muchas veces no nos damos cuenta, pero vienen simplemente para tener un ratito de conversación con nosotros, y la verdad es que nos llena”.

Los voluntarios de la ONG están en las boticas para regalar libros a todos aquellos clientes y pacientes que acuden. “Regalamos libros que nos ha cedido la biblioteca municipal Ricardo León de Galapagar, con la que colaboramos desde hace tiempo en el programa #regalamoslibros”, matiza María Luisa.

Por su parte, Marina Cuervo, coordinadora de la biblioteca, explica que “donamos libros que en la biblioteca no tienen cabida, bien porque estén duplicados o porque sean excedentes. Son libros en buen estado, nuevos, en ocasiones de lectura fácil o libros para todas las edades. Se donan a las farmacias, en este caso, para que, a través de Acervo Intergeneracional, sirvan como aliciente para que los beneficiarios de ese proyecto puedan llevárselos, leer, conocer un poco más del proyecto y, sobre todo, trabajar a partir de la lectura y combatir algunas enfermedades que no solamente se curan con medicinas”.

La lectura de la vida

“Llevo trabajando junto a mi pareja lectora, Marisa, cerca de tres años en los que hemos aprovechado, más que para leer, para escribir”, relata Miguel Ángel, voluntario desde 2016 de esta ONG. “Quiso contar sus memorias y nos lanzamos. Y el resultado es un libro, Contrapuntos de una vida, con el que hemos pasado muchos buenos ratos y nos hemos conocido mejor. Y qué mejor manera de compartir el tiempo que leyendo, escribiendo y haciendo amigos”.

Para Ángel “las farmacias son muy importantes, puesto que la gente nos ve. Nos podemos comunicar directamente, ven cuál es la labor y la conocen de primera mano, es más personalizado que hacerlo desde internet. Así que estamos encantados de estar aquí, de que la gente nos pregunte y se interese”.

Berta, maestra de profesión y a punto de cumplir 96 años, que hoy vive en la residencia “Mi Casita”, también se ha podido beneficiar de esta “receta”: “Para mí fue una causalidad muy grande. Además, muy satisfactoria, porque estoy ocupada casi todo el tiempo. Puedo compartir y debatir sobre lo que leemos. Es muy enriquecedor. Se dedican a cosas tan importantes para los ancianos que yo no sé, merecían una orden especial, una medalla de plata, porque hay poca gente que se dedica a cuidar de los ancianos”.

Esta iniciativa se repetirá a lo largo del año en diferentes farmacias de Galapagar.